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La OTAN apuesta por las armas nucleares
Aprueba una estrategia en la que destaca el escudo antimisiles y una nueva estructura más eficaz
LISBOA. Actualizado: GuardarLa sesión inicial de la cumbre de la Alianza Atlántica de Lisboa, que se abrió mediada la tarde de ayer en medio de grandes expectativas que su secretario general, Anders Fogh Rasmussen, no tuvo inconveniente en alimentar cuando proclamó que iba a ser «una de las más importantes de su historia», cumplió con sus objetivos. En la primera sesión de trabajo, antes de la cena, los veintiocho socios aliados consiguieron arrinconar sus suspicacias y dieron el visto bueno al nuevo concepto estratégico, el tercero desde el final de la guerra fría, que define la razón de ser de la organización, sus políticas y objetivos y los medios que utilizará para que se cumplan.
Sin sorpresas, la nueva doctrina define la defensa territorial de sus socios como el objetivo primordial de sus esfuerzos y, aunque proclama su deseo por contribuir a crear un mundo sin armas atómicas, insiste en que «en tanto en cuanto haya armamento nuclear en el mundo, la OTAN seguirá siendo una potencia en este campo».
La Alianza reafirma como garantía suprema de la seguridad de sus socios a los componentes estratégicos basados en territorio estadounidense, así como «las fuerzas nucleares independientes de Reino Unido y de Francia, que desempeñan un papel disuasivo propio y que contribuyen a que sea global y a la seguridad de los aliados».
El documento determina que la OTAN se ocupará de disponer de toda la panoplia de capacidades necesarias para garantizar la disuasión y la defensa contra toda amenaza. Esta redacción permitió allanar las diferencias franco-alemanas sobre la prevalencia de lo nuclear en la estrategia aliada, sin comprometer la voluntad de Berlín de sustituir a plazo los recursos atómicos tácticos desplegados en Europa occidental por el escudo antimisiles.
Este, efectivamente, fue asumido por la cumbre, que dedicará 200 millones de euros durante los próximos diez años a desarrollar una estructura de mando y control que integre la protección del territorio en la defensa antimisiles actualmente el proceso de instalación en Europa para proteger a las unidades militares aliadas.
Retirada de Afganistán
Los primeros momentos de la jornada estuvieron principalmente focalizados sobre Afganistán. El compromiso de iniciar en 2011 el proceso de transferencia de responsabilidades a las autoridades afganas, con el horizonte de 2014 para su conclusión, fue matizado en la cumbre. James Appathurai, portavoz aliado, manifestó que la OTAN «confía plenamente» en cumplir con su objetivo de transferir la seguridad a las fuerzas de Kabul. El principal responsable civil de la organización atlántica en Afganistán, Mark Sedwill, declaraba días atrás que veía problemático fijar una fecha para la cesión de las responsabilidades de seguridad. Ayer, altos responsables civiles aliados insistían en la gradualidad de ese proceso, y en el hecho de que la OTAN va a ratificar en la cita lisboeta su compromiso a largo plazo con Kabul. Estados Unidos ya lo ha hecho.
La cesión de responsabilidades se escalonará en el tiempo. Comenzará a escala provincial con una serie de enclaves, en los que el proceso puede ser acometido con garantías y durará entre ocho y veinticuatro meses cada una. Al principio, los efectivos aliados estarán muy encima de los afganos, pero irán apartándose progresivamente a medida que demuestren controlar la situación. Existe optimismo oficial sobre la capacidad del Ejército de Kabul de garantizar la seguridad. «Los resultados cosechados por las fuerzas afganas de seguridad estos últimos dieciocho meses son muy notables», apuntaron fuentes de la Alianza.
La OTAN asume la fecha de 2014 para la plena transferencia de poderes a Afganistán a demanda expresa del presidente Hamid Karzai, que pretende con ello garantizarse un nuevo mandato al frente del país. Pocas dudas caben de que el proceso no se dará por cerrado sin que la OTAN y EE UU tengan la seguridad de que la situación allí se encuentra bajo control.
La cumbre portuguesa, definida como trascendental por el secretario general de la organización, congrega en el Parque de las Naciones lisboeta a más medio centenar de delegaciones, entre las de los veintiocho socios aliados, las de los veinte países que, sin formar parte de la Alianza están integrados en la Isaf, los enviados de Afganistán con Karzai al frente, más los de Japón y Rusia, y diversas organizaciones internacionales como la ONU, la Comisión Europea, el Consejo de la UE, representado por Herman Van Rompuy, o el Banco Mundial.