Opinion

¡Zapatero!

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En un escrito que no hace mucho me permitió publicar la dirección de este periódico, hice alusión a un pintor griego del siglo IV a.C. Su nombre, Apeles, en su época, de los mejores; autor de la frase: «Ne supra crepidam sutor judicaret». Ahora quiero aclarar a los que no lo sepan quién era Apeles. Un día de hace unos cuantos siglos, en Atenas (Grecia) en una plaza pública y a la puerta de su taller, Apeles retocaba uno de sus cuadros, que representaba a un gladiador y en ese preciso momento pasaba un señor, que se detuvo a contemplar la obra, al poco tiempo de su observación dijo con expresión firme, decidida y segura, dirigiéndose al autor: «Esa sandalia está defectuosa, debería mejorar la parte del talón que no está correcta». Apeles, sorprendido ante tanta firmeza, preguntó: «¿Cómo sabe usted eso y por qué?». A lo que el desconocido contestó rotundamente: «Soy zapatero, señor», dicho lo cual prosiguió su camino y el pintor hizo la corrección sugerida. Al día siguiente, el pintor sacó su cuadro como era su costumbre, para continuar sus últimos retoques y al poco rato reaparece el zapatero, se sitúa frente al cuadro y al cabo de un rato mirando los retoques que daba el pintor en los gemelos de una pierna del cuerpo del gladiador, espetó al pintor: «Creo que esa parte que está corrigiendo no está lograda». Fue entonces cuando Apeles consideró que, como zapatero, era bueno, pero como pintor, su ignorancia era supina y sin pensárselo dos veces le contestó: «El zapatero no debe juzgar más arriba de las sandalias», frase que fue reducida a «zapatero a tus zapatos».