Cataluña, en campaña
Los partidos se han persuadido de que la demanda del electorado es moderada
Actualizado: GuardarEl primer fin de semana de la campaña electoral catalana ha registrado la visita de los líderes de los dos grandes partidos estatales, Rodríguez Zapatero y Rajoy, y ambos han contribuido a acentuar los dos vectores con que las distintas fuerzas encaran la difusión de su proyecto. De un lado, es notorio que, tras siete años de crispación política, los partidos se han persuadido de que la demanda del electorado es moderada, centrista; de otro lado, el soberanismo, la supuesta frustración estatutaria y la exacerbación catalanista han dado paso al realismo, a la exhibición de medidas contra la crisis, a la formulación de propuestas concretas. Algo habrá tenido que ver en esta súbita moderación la observación de que el 66% de los ciudadanos han asegurado en la encuesta del CIS que no son en absoluto nacionalistas. Zapatero arropó ayer a Montilla en Viladecans, localidad del Baix Llobregat donde el PSC había tenido uno de sus principales viveros de votos antes de que el extraño viaje de Maragall y su partido al catalanismo radical desconcertara a la clientela natural del socialismo. Es lógico que quien representa el centro-izquierda en Cataluña trate de reconciliarse con sus bases mediante el retorno a un discurso ideológico, pero la tarea de movilizar a los defraudados no es fácil. Como tampoco es sencillo para Montilla lograr credibilidad al criticar el independentismo solapado de Artur Mas después de haber gobernado en coalición con ERC, una formación antisistema y explícitamente independentista. Por el contrario, el apaciguamiento del discurso de CiU facilita su aproximación al PP, que ayer, en presencia de sus líderes regionales gallego, vasco y catalán, se conjuraba contra el Pacto del Tinell mediante el Compromiso de Barcelona. Está más cerca, la posibilidad de que Rajoy aporte a Mas los apoyos puntuales que este puede necesitar, si se confirman las encuestas, para formar gobierno sobre una minoría mayoritaria. Lo más relevante, en fin, del espectáculo preelectoral es la evidencia de que los partidos se calman, se templan y se hacen racionales cuando se acerca la hora del voto. Nunca es tarde para reconocer el error, si se muestra una creíble disposición a la enmienda.