Tribuna

Sáhara libre e independiente

VICEPRESIDENTE 1º DE LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL Y ALCALDE DE CONIL Actualizado: Guardar
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La gravedad de lo acontecido en el Aaiun (Sáhara Occidental) hace que por fuerza tengamos que recordar a los niños saharauis que cada verano pasan sus vacaciones en paz con nosotros. Supongo que, al igual que en Conil, las diferentes asociaciones amigas del pueblo saharaui acuden con los niños a la recepción que los diferentes ayuntamientos realizan para mostrar el apoyo a un pueblo que hace 35 años vive errante en busca del reconocimiento de su independencia como país. Desde hace años manifiesto las mismas ideas en la recepción de los niños saharauis, que su presencia durante unos meses junto a nosotros debe servir para el disfrute de ellos pero también -igual o más importante- para recordarnos que ellos son los embajadores vivos de un pueblo que lucha por sus derechos y que los españoles somos responsables de la situación en la que se encuentran. Si Marruecos es la que ocupa territorialmente el Sáhara, España en 1975 dejó, con la mediación o connivencia de Estados Unidos, que esto ocurriera. España como potencia colonizadora no accedió a la independencia del Sáhara sino que permitió y cerró los ojos ante la masacre que las autoridades marroquíes realizaban contra un pueblo entero hasta relegarlo a los míseros campamentos de refugiados de Argelia y Mauritania.

Lo que está ocurriendo en el Sáhara es muy grave, se arrasa un campamento de 20.000 personas que protestan contra la discriminación a la que están sometidos. El ejército y la policía marroquí han entrado a sangre y fuego provocando cientos de heridos y al parecer algún fallecido, se impide que la prensa internacional o el europarlamentario europeo Willy Meyer y otros diputados españoles sean testigos de la más que flagrante violación de los derechos humanos. Frente a esta situación muchos ciudadanos españoles nos quedamos atónitos y sorprendidos por la nula respuesta de las autoridades españolas y europeas y de la ONU exigiendo una reacción inmediata frente a la catástrofe humanitaria provocada por el gobierno de Marruecos. La sonrisa lela de la recién nombrada ministra de Exteriores es todo un síntoma, de la actitud de un Gobierno que hace de la política una suerte de ambigüedad calculada. Es típico del PSOE querer estar con «dios y el diablo». Es lamentable el silencio de la ministra y del Gobierno ante la actuación de Marruecos. Sorprende también el silencio cómplice de los gobiernos europeos que mientras este país viola los derechos humanos no son capaces de suspender el acuerdo de asociación o estatuto avanzado firmado con Marruecos al haber una cláusula por la que se tiene que respetar el derecho internacional y los derechos humanos. Algunos nos preguntamos si la diplomacia europea está basada en la hipocresía. ¿Como hubieran actuado si esto hubiera ocurrido, por ejemplo en Cuba? ¿Le hubieran dado el visto bueno a una invasión de la isla por parte del Imperio? ¿Hubieran dado otra vuelta de tuerca y endurecido el bloqueo? ¿A lo peor, el régimen político marroquí es una monarquía divina democrática perfecta, y todavía muchos no nos hemos enterado?

Parece inconcebible que las Naciones Unidas a través del Minurso (Misión de las Naciones Unidas para el referéndum del Sáhara Occidental) no asuma la vigilancia de los derechos humanos en estos momentos críticos. Si ya la actuación de la ONU está en entredicho por la escasa eficacia en el cumplimiento de sus propios acuerdos, no ya en el caso vergonzoso de Palestina, sino en el de Sáhara y la realización del referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, ahora debe mostrar contundencia ante Marruecos e impedir la violación de los derechos humanos por parte de este país.

A la sociedad civil, a las asociaciones e instituciones solidarias con el pueblo saharaui, nos corresponde movilizarnos exigiendo ese referéndum de autodeterminación y dignidad para un pueblo que lo único que tiene son las estrellas, la arena del desierto y por supuesto la mirada de esos niños que verano tras verano nos recuerda que son un pueblo y tienen derechos.