El orden alfabético
Actualizado: GuardarEl título del artículo es el mismo que el de una novela de Juan José Millás que trata de dos mundos paralelos, uno real y otro ficticio. El verdadero o lógico, es un caos aparentemente organizado a través del orden, como una biblioteca donde se distribuyen los libros alfabéticamente. El autor imagina en su mundo fantástico el desconcierto que se produciría en esa organización si de pronto despareciese alguna letra.
Desconcierto que también se producirá si se aplica la prevalencia del orden alfabético propuesto por el proyecto de ley de reforma del Registro Civil, en el caso de discrepancia entre los cónyuges, a la hora de elegir los apellidos de los recién nacidos. Posiblemente, a la larga, algunos apellidos puedan desaparecer, empezando por los que comienzan por la zeta. El método sugerido por el Consejo General del Poder Judicial parece haber sido poco meditado, pues siempre habrá un cónyuge que juegue con ventaja. Hasta ahora, producto de la Ley 40/ 1.999 de 5 Noviembre, esa ventaja era sexista y la tenía el padre que, cuando había disparidad de criterios con su mujer, colocaba primero su apellido. Resulta mucho más lógico el método registral de los alemanes que, ante cualquier conflicto, dejan que un sorteo decida si se inscribe al niño con el apellido del padre o de la madre.
La reforma del 99 dio sólo el primer paso, y permitió a los padres cambiar, de común acuerdo, el orden de los apellidos de sus hijos y también posibilitó a éstos, al cumplir los 18 años, modificarlos. Hasta ahora, apenas se ha antepuesto el apellido de la madre, sólo un exiguo 0'27 por ciento. Cuando se trata de alterar los apellidos después de la filiación, hay que tener en cuenta la cantidad de inconvenientes burocráticos que se producen. Habría que casar la documentación que constaba en la identidad anterior con una nueva de la misma persona con apellidos diferentes y eso conlleva modificar un buen número de documentos: carnet de identidad, de la seguridad social, de conducir, títulos académicos, cuentas bancarias, etc. Para ello es necesario un buen apoyo informático en los registros, una nueva organización registral y conceder a cada ciudadano un código personal individual con sus vicisitudes fácilmente accesibles a todo.