Una langosta con derechos
Condenan a una cadena austríaca por vender crustáceos en cautividad «con las pinzas atadas»
Actualizado: GuardarForman parte del paisaje hostelero en España. Qué sería de las marisquerías sin sus peceras escaparate. Los niños se quedan embobados ante los acuarios donde bogavantes, centollos y langostas evolucionan antes de ser condenados por el dedo del comensal. Un ceremonioso camarero armado con una red hará los honores y transportará el bicho a la burbujeante marmita. Más fresco, imposible. Unas gomas en sus pinzas impiden que haya bajas en cautividad. Más que al animal, se protege al cliente que paga por chupar hasta la última pata de su suculento plato.
En Austria las langostas están tan protegidas como los valses vieneses. Al menos, es lo que se desprende de una sentencia de la Corte administrativa, que ha sentado un nuevo precedente en la protección de animales. Un juez ha condenado a una cadena de supermercados por no respetar el derecho a las buenas condiciones de vida que deben disfrutar las langostas. Según informa el diario 'Kurier', ningún establecimiento de la empresa denunciada podrá vender dichos crustáceos, después de comprobar que «estaban en un espacio muy estrecho, sin un suelo adecuado (piedras, arena...) y sin ninguna posibilidad de refugio, con las pinzas atadas», detalla la condena.
La Corte de lo Administrativo, tribunal que en Austria confirma la pena en última instancia, sentencia además al empleado del supermercado responsable del mantenimiento del acuario a una multa de 316 euros o dos días y 13 horas de prisión, por haber infringido la ley de protección de animales. Josef Ferber, responsable de la Oficina Veterinaria de la Ciudad de Viena, ha calificado como «un gran paso» la decisión de los jueces. La oficina municipal encabezó la demanda contra la cadena de supermercados, apoyada por varias organizaciones en defensa de los animales. Esperan sentencias similares en cuatro casos más.
Las langostas, felices en el fondo del océano, viven de forma solitaria en las hendiduras de las rocas. Crecen durante toda su vida y son muy longevas, por lo que se han encontrado ejemplares de hasta 20 kilos de peso. Nada que ver con las condiciones que sufren en cautividad, obligadas a compartir acuario con parientes como los bueyes y las nécoras. Los jueces austríacos determinan que deben disfrutar de «espacio suficiente, libertad de movimiento, condiciones climáticas y luz y temperatura acordes a sus necesidades».
Nada se sabe de la opinión de la corte vienesa sobre el derecho a una vivienda digna de otros animales del menú, como los 350 millones de gallinas ponedoras que el 1 de enero de 2012 deberán abandonar sus jaulas en batería por mandato de la Comisión Europea. En sus nuevos habitáculos, cada gallina deberá disponer de al menos 750 centímetros cuadrados, un nido, una litera, una percha y un lugar donde limar las garras, además de un baño de arena.
El activo Frente de Liberación Animal británico estará satisfecho con la sentencia. La organización, aficionada a liberar animales de laboratorios y granjas y boicotear desfiles con pieles, enarbola un eslogan que jamás compartirán los amantes de las mariscadas: «Cocer langostas es un asesinato».