Todo sigue igual
Actualizado: GuardarMíralas, son las mismas hojas secas caídas del mismo árbol. Bajo el mismo sol de luz cegadora y bajo el mismo frío mañanero. Y es que mientras cambian las circunstancias que te rodean, tú eres el mismo de siempre. Sigues soñando con los mismos anhelos imposibles, y te siguen mordiendo los mismos miedos secretos. Vuelven las mismas olas a romper con el mismo brío, con la misma rítmica melancolía, triste y ahogada. Son otras gaviotas, pero parecen las mismas, con el mismo vuelo perturbador, rompiendo la textura con sus alas de nácar. Las mismas gaviotas que cantaba Alberti, las mismas con perfil de demonios mentirosos.
Sí, sé que el mundo va cambiando constantemente, pero también veo que tú y yo somos los mismos. Es inevitable acordarme de aquel beso casi robado, en la calle. Incluso aún siento aquella dulzura, aquella suavidad mojada. Sigue cautivándote aquella sola soledad, ésa que ya pocas veces encuentras y que cuando llega ya casi te va avisando de su adiós. Siguen vivos aquellos versos en los mismos libros con la portada gastada y sus hojas arrugadas, y aquel otro que nunca tiras porque, aunque odias su lectura, adoras sus dibujos.
Te sigue embriagando el mismo vino tinto en la misma copa, esa penúltima antes de irte a dormir, con su mismo sabor, con su mismo calor en la garganta. Siguen escandalizándote la misma inmoralidad política y sigues asqueándote ante el típico señorito pijo de turno. Sigues siendo amigo de tus amigos y te sigues riendo ante las mismas bromas carentes de sentido.
Continua mirándote la misma luna, y tú la miras esperando que te hable, y vuelve el mismo silencio ridículo de la desesperanza.
Esas mismas hojas secas marchitadas vuelven a revolotear haciendo el mismo remolino, y tú sigues parándote como hipnotizado, observando la belleza de lo que jamás ha cambiado.