Domínguez e Higuaín luchan por el balón en un lance del encuentro. :: EFE
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El Madrid conquista el Bernabéu

Los de Mourinho resolvieron en 20 minutos ante un rival de mantequilla y con el 'Kun' y Forlán mermados

MADRID. Actualizado: Guardar
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La costumbre, la lógica y la razón pura marcaron un derbi en el que todo pintaba ya de antemano a favor del Madrid, un líder muy fiable en el Bernabéu. Gana con solvencia, sin necesidad de hacer un fútbol espectacular pero contundente en ambas áreas. Y hasta se permite el lujo de dosificar. Sólo el ir de víctimas, despojados de presión, permitía albergar esperanzar a los 'colchoneros', con una idiosincrasia peculiar pero incapaces de hincarles el diente a sus eternos rivales desde que salieron de los dos años en el infierno.

Mourinho y su Madrid transmiten seguridad, éxito, fuerza, energía. Quique, en cambio, lucha por acabar con el negativismo rojiblanco. Lo consiguió el curso pasado en Europa, pero su mensaje, sereno, directo y confiado, no caló ante la cita de Chamartín. No jugó peor el Atleti que el Madrid pero regaló atrás cuando la noche se abría y no definió arriba. Utilizó fuegos de artificio y el Madrid dinamita.

Hubo cierto equilibrio en el juego, superioridad incluso del Atlético en la segunda mitad, pero siempre de mentira. Porque los de Mourinho se lo creyeron y resolvieron en veinte minutos, merced a dos regalos de la endeble zaga 'india'. Luego, jugaron con el resultado. Si éste era su primer gran examen del curso doméstico, lo superaron sin sufrir secuelas.

Marcar territorio

Cuando en el primer minuto Pepe marcó su territorio y se anticipó dos veces consecutivas al 'Kun', no pocos expertos en derbis ya barruntaron que el Madrid ganaría cómodo. Además de la calidad, el factor campo, el estado de forma y el potencial en las áreas, hay otros componentes anímicos, mentales, que marcan diferencias en este tipo de choques.

Los de la Castellana son de naturaleza ganadora y los del Manzanares inseguros, tendentes a la derrota, a la depresión, a las lamentaciones y a las excusas arbitrales. Unos desean que llegue este duelo y celebran el triunfo casi de antemano, con chulería castiza, y otros lo borrarían del calendario. Al menos desde hace más de una década. Mientras los blancos salen seguros de sí mismos, convencidos del triunfo y chisposos, los 'colchoneros' parecen mantequilla holandesaa. Más o menos sabrosos, con o sin sal, pero blanditos, cremosos, fácilmente penetrables.

Y nada más empezar, el Atlético regaló el primer gol. Reyes dribló donde no se debe, buscó una falta de esas que Mateu hace bien en no pitar, y dejó que Carvalho le birlara la cartera. El central luso buscó la pared y se aprovechó del toque con la barriga de Ujfalusi para batir a De Gea con suma facilidad. Los rojiblancos se levantaban pero llegó una falta lateral, un disparo raso e intencionado de Mesut Ozil y un cante espectacular de la barrera y porteros visitantes. En apenas 20 minutos, casi todo el pescado vendido.

Un balón sacado bajo palos, un presunto penalti por mano de Xabi Alonso que, al menos desde la tribuna, pareció involuntaria fue lo más relevante del Atlético. Ocasiones erradas que dejaban muy tranquilos a los locales. Y en la reanudación, poca historia. Dos grandes disparos al palo de Higuaín y Forlán y un dominio estéril de un Atlético sin convicción.