PAN Y CIRCO

INEXPLICABLE

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Tratas de explicarle a un ciudadano europeo que entrar o salir de Cádiz en hora punta es un ejercicio de paciencia extrema y destreza al volante y, salvo que le cuelgues un video en 'you tube', no te cree ni borracho. Intentas convencerle de que en la provincia con mayor número de parados de Europa hay más áreas comerciales por habitante que en París, Londres, Roma o Berlín y se parte de la risa hasta que ve en una grabación de tu móvil la que se ha montado entre Jerez y Trebujena. Ya con el guiri mirándote con cara de temerse lo peor, le haces ver que existe un club llamado Cádiz CF que, de momento, milita en Segunda B, pero al que le están construyendo por todo el morro un estadio de Primera con locales comerciales, oficinas y dicen que hasta un hotel. Le cuentas que la entidad está en quiebra técnica, pero que una llamada ley concursal le permite salir a flote y llegar a final de mes no se sabe muy bien cómo. Le dejas bien claro que el dueño del club es su máximo accionista, pero no el presidente. O sea, que manda el primero, pero la figura decorativa sobre la que recaen ahora los palos es el segundo. Le hablas de un equipo que comenzó como un cohete, pero que en apenas 11 partidos ofrece alarmantes síntomas de que no todo va a ser coser y cantar. Le demuestras con pelos y señales que a los futbolistas les obligaron a rebajarse su ficha a la mitad para no echarlos aunque por el club sigue pululando un personaje que no se sabe muy bien qué puñetas hace, pero que se mete en el bolsillo del orden de los 5.000 euros todos los meses. Por último, intentas que sienta lo que es el cadismo y es, en ese momento, cuando nuestro amigo el extranjero se nos viene abajo, incapaz de asimilar que después de tanto despropósito exista alguien que sienta semejante pasión por los colores amarillos. Y es que la fe, de Cortadura hacia fuera, es un estado muy difícil de encontrar.