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MÁS BLANDA SERÁ LA CAÍDA

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Si el consumo se viene abajo, alcanzando niveles subterráneos, la recuperación de nuestra economía no solo se hará imposible, sino difícil, que es mucho peor. Hay que gastar incluso lo que no tienen quienes solían prestárnoslo, a condición de cobrarlo luego, todo junto. La comedida recuperación se ha frenado porque la gente ha decidido no gastarse un euro, no sea que deje a deber otro, y eso hace que el dinero, que siempre ha sido un vagabundo, deje de tener costumbres nómadas. Se encarecen los créditos, lo que preocupa a quienes se los conceden, pero la solución está clara: hay que gastar más, ya que si no consumimos el batacazo será colectivo, como el de aquel autocar lleno de «viejas de ambos sexos» que iba en peregrinación a Lourdes.

No debemos ser tacaños. La roñosería, considerada por algunos como una virtud, parte de la creencia de que vamos a vivir siempre. Está comprobado que no es cierto: si lo fuera no tendríamos antepasados. El dinero no es únicamente para aquí, sino para ahora. Para ahora o para nunca. No hay noticia de que alguien se haya tomado una buena ración de percebes, ni siquiera el apóstol Santiago, que sin duda se lo merecía, en fecha posterior a la de su fallecimiento.

Si queremos que no se detenga lo que los ptimistas llaman «suave recuperación», debemos gastar nuestras fugitivas monedas para que no se detenga la rueda de la fortuna. El despilfarro jamás ha sido considerado como una virtud, pero todo cambia, hasta la gramática. Con el cuidado que he tenido al colocar mis libros, para no ponerlos boca abajo, no fuese que se le cayeran las tildes, ni los equilibristas puntitos de las íes, y ahora todo va a cambiar. Todo menos las letras de cambio. Se impone la fuerza pitagórica del número y en España hay demasiados supernumerarios.