Calvo, representante de la Asociación Pro Derechos del Niño y la Niña, en una de las sedes andaluzas de la entidad. :: LA VOZ
Ciudadanos

«Aprobar que una niña de diez años practique sexo es cooperar en un delito»

El experto se pregunta qué hubiera pasado si la menor rumana que dio a luz en Jerez hubiera fallecido en el parto José Luis Calvo Portavoz Asociación Pro Derechos del Niño

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

José Luis Calvo admite que en su larguísima trayectoria en Prodeni, tratando e interviniendo en todo tipo de situaciones relacionadas con la defensa de los derechos de los menores, pocas veces se había enfrentado al análisis de un caso tan peliagudo. «Ni la Fiscalía -insiste-, ni los servicios sociales, ni las administraciones, ni los medios de comunicación deben olvidar que cualquier trauma a edades tan tempranas puede marcar a la pequeña de por vida».

-¿Qué responsabilidad puede achacársele a la familia?

-Evidentemente hay una responsabilidad, incluso penal, de los padres. Ellos admiten que tenían conocimiento de que esta niña mantenía una relación 'estable' con otro menor de 13 años, y que daban por hecho que había contactos sexuales. La edad de consentimiento en España está en los 13 años. En Rumanía, en los 15. Pero permitir, e incluso aprobar, que una hija de 10 años mantenga relaciones sexuales es cooperar en la comisión de un delito. Otra cosa es que si los hechos se produjeron en Rumanía, la justicia española pueda o no hacer algo, por una simple cuestión de competencias legales.

-¿Sería entonces distinto si los padres no hubieran reconocido que sabían que su hija estaba 'emparejada' con otro menor?

-Claro. Nadie puede responsabilizarse por completo de lo que una niña o un niño hacen, a sus espaldas, fuera de casa. Pero los padres admiten que lo sabían. ¿Qué hubiera ocurrido si, en vez de un feliz alumbramiento, la madre-niña hubiera fallecido? ¿Qué hubiera pasado si la noticia hubiera sido que una niña de diez años muere al intentar dar a luz? Los padres hubieran pasado, de inmediato, a disposición judicial. Hubieran tenido que explicarle a un juez por qué aprobaban que una cría mantuviera relaciones sexuales con otro menor. Lo del embarazo y el parto no dejan de ser consecuencias de esa primera irresponsabilidad de los padres.

-¿Qué cree que, en la situación actual, pueden hacer la Fiscalía o la Junta de Andalucía?

-Investigar el caso hasta sus últimas consecuencias, evaluando cuestiones paralelas relacionadas con la protección del menor: si la madre iba a la escuela, si está bien atendida, si se garantizan las condiciones de vida de ella y de la niña... Y después, si las relaciones consentidas se produjeron aquí o en Rumanía, con quién y cómo... Si los hechos ocurrieron en nuestro territorio... La administración debe actuar ahora en función del mínimo daño posible que puedan sufrir los afectados, pero vigilando que no haya derechos que se conculquen.

Lo que es 'normal'

-En cualquier caso, haya o no delito, la niña va a quedar marcada...

-La familia defiende que es 'normal' entre ellos casarse y tener hijos a esas edades. Quizá para la chica no sea un trauma, en su contexto, el haber sido madre a los diez años. Quizá, en ese ámbito familiar y social, no se la vaya a estigmatizar por eso. Quizá, incluso, lo que puede acabar traumatizando a la niña es la repercusión pública del caso. Pero, de todas formas, hay cuestiones morales que tienen una dimensión universal, y que están muy por encima de otras como la tradición cultural, o las costumbres de determinados grupos o etnias.

-Quiere decir que el argumento de 'pues en mi pueblo es habitual', aquí no vale...

-Por su puesto que no. Que su familia, o su grupo, admita esto como algo corriente, no traumático, no implica que no se estén vulnerando los parámetros, los derechos recomendados u obligados para cualquier niño o niña del mundo, provenga de donde provenga: esta niña debería estar formándose, en la escuela, jugando y aprendiendo. Estamos hablando de que esta chica ha perdido su infancia, de que se le está privando de una evolución, de un desarrollo, natural. De que tendrá que adaptar todos sus esquemas mentales a una situación propia de adultos. Y, aunque pueda hacerlo, nadie le devolverá su niñez. La madre, o la abuela, pueden decir que ellas fueron felices en sus mismas circunstancias, pero los demás no estamos obligados a aceptar como buenos esos argumentos.

-¿Podría ser un precedente peligroso?

-Podría. Por esa regla de tres, la 'excusa' de la tradición serviría para justificar otros muchos comportamientos reprobables. En determinados lugares de África también se entiende como 'normal' la mutilación genital femenina. Aquí hay un ordenamiento jurídico muy concreto, unas normas para proteger los derechos del niño cuyo cumplimiento debe ser la prioridad. En Cádiz vivimos muy de cerca el juicio en el que se condenó a unos padres mauritanos por haber forzado el matrimonio de una niña de 14 años, a pesar de que la defensa aludía a comportamientos culturales propios del lugar de origen de la familia. Si usted vive aquí, tiene que atender a las leyes españolas. Eso es lo que dimos por bueno entonces y eso es lo que tenemos que hacer que prevalezca ahora.

-¿Tienen ustedes constancia, si no de casos tan extremos, sí de algunos similares?

-Sí, similares los hay. Y no sólo entre menores inmigrantes. La precocidad a la hora de mantener relaciones sexuales está a la orden del día. Las estadísticas están ahí. Hay muchos embarazos entre adolescentes, y también muchos abortos. No a edades tan tempranas, pero, por debajo de los 15 años, no es excesivamente extraordinario.

-¿Los menores inmigrantes están doblemente desprotegidos?

-Hay que distinguir entre unos colectivos y otros. Los gitanos de etnia rumana constituyen un mundo aparte. Puede que compartan con otros inmigrantes, en algunos casos, situaciones como la precariedad o la marginalidad, pero tienen comportamientos que son casi exclusivos de ellos. En los subsaharianos y en los latinoamericanos no es habitual que se 'promuevan' matrimonios a edades tan excesivamente tempranas, ni siquiera ocurre en la etnia gitana española. Entre los gitanos rumanos es algo que se admite, una costumbre generalizada, endémica, en su país y en su etnia.

-¿Han detectado otros comportamientos 'endémicos' tan polémicos, con respecto a la infancia, en este colectivo?

-Hemos tenido más contacto con ellos a raíz de que se abrieran las fronteras, pero en las zonas limítrofes, como Italia, eran ya conocidas prácticas como la mendicidad, que siguen ejerciendo sin ningún tipo de problema, como algo natural en su vida. Muchos (no digo que todos) se dedican a la chatarra y a la mendicidad, y tienen muy difícil salir de ese círculo...

También se han detectado prácticas como la venta de niñas, su uso en la prostitución, su alquiler para la mendicidad... Hablo de grupos mafiosos que compraban y alquilaban niños para luego obligarlos a pedir limosna en el Norte de Italia. Eso estaba ahí, y lo sigue estando. En Sevilla, hace menos de dos años, se detectó un caso de intento de venta de un bebé dentro de este grupo que fue neutralizado por la Policía. Y ha habido algún caso más en Valencia... Algo tan inusual como que un padre venda a su hijo parece ser que, en este sector, no es que esté generalizado, ni mucho menos, ni que sea una práctica común, pero que se puede dar y se da. Y no siempre está tan mal visto por el grupo. Hay una costumbre ancestral, un factor de supervivencia, que permite que se 'sacrifique' a uno de los ejemplares y se consiga así algo de dinero. Son comportamientos que no son aceptables, y que no tienen parangón en otros grupos étnicos o de inmigrantes.

-Si el caso llega a los tribunales, y la repercusión social y mediática continúa creciendo, ¿no será aún peor para la niña?

-La niña ha tenido su embarazo y lo percibe como 'normal'. De hecho, en el Hospital, los sanitarios se manifestaban 'asombrados' del comportamiento de los familiares, que no mostraban ningún tipo de indicio de trauma o disgusto. Lo han vivido como algo natural. Lo que les resulta extraño es lo que está sucediendo fuera, la reacción de la sociedad. Todo el movimiento periodístico, judicial, vecinal, puede ser muy duro para ella. Una vez sucedido el percance y detectado el hecho, lo correcto es atender el caso manteniendo cierta distancia, para no ejercer más presión. Comprobar si se dan condiciones para la crianza. Si no se dieran, habría que actuar. Pero si el ambiento familiar es correcto, entonces no habría que intervenir.

-Como experto en el trato con menores, ¿qué recomienda?

-El proceso debe regirse desde ya por la lógica y por la discreción. Los organismos judiciales serán los encargados de exigir responsabilidades en el caso de que las haya. Sea cual sea la actuación de las administraciones, no debe olvidarse nunca que a los diez años cualquier disgusto personal puede resultar determinante para el resto de la vida. De hecho, es posible que para la niña todo sea 'normal', menos la reacción que se ha generado en España. Quizá esta vorágine mediática pueda ser para ella más traumática que el hecho en sí.