Obama digiere la derrota camino de Asia
Un debilitado presidente inicia su gira asiática antes de reunirse con la oposición para trazar la agenda común
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarLa política exterior siempre ha importado poco en EE UU, pero después del terremoto electoral del martes el desinterés es tal que ni Afganistán salió a relucir en la conferencia de prensa posterior. Debe ser la primera vez desde que el país está involucrado en dos guerras que tanto la prensa como el presidente ignoran el tema, lo que le dará un respiro a Obama para digerir «la paliza» camino de Asia, donde tendrá que presentarse en la cumbre del G-20 como un presidente mucho más débil.
No todo el mundo ignora su forzosa escapada. Los seguidores del Tea Party han hecho fuego de la leña proporcionada por el tabloide británico 'Daily Mail', según el cual Obama se lleva a este viaje 40 aviones y seis vehículos blindados, incluyendo un cadillac negro que llaman 'Barack Mobile', con su propio centro de comunicaciones y un teclado numérico para el lanzamiento de misiles nucleares. Según 'The Wall Street Journal', la Casa Blanca ha cerrado para su servicio el hotel Taj Mahal de Mumbai que barrieran los terroristas en 2008.
«Se cree que es un rey», protestaba Andrea Shea King, una de las 14 personas que viajó hasta el día de las elecciones en el Tea Party Express. «Este hombre no merece ser nuestro presidente, nos está usando para pagar su megalomanía. Si tan preocupado está por la seguridad, que no vaya».
Los datos del tabloide británico no pudieron ser confirmados por la Casa Blanca. Lo que sí parece cierto es que la estancia de tres días y medio en India será la más larga del presidente en un país extranjero. De ahí viajará a Indonesia, el estado que tiene más musulmanes del mundo y donde vivió en su infancia, para seguir después a Corea del Sur y Japón, donde atenderá respectivamente las cumbres económicas del G-20 y la de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC).
Una semana de política exterior y recepciones más cálidas que las que recibe ahora en su país, pero que no le ahorrará el trance de enfrentarse a la realidad a la vuelta. Para empezar, a partir de enero tendrá que rendir cuentas de su política exterior a la nueva presidenta de ese comité en la Cámara de Representantes, la cubanoamericana Ileana Ros, que ha llegado a aplaudir públicamente a «cualquiera que asesine a Fidel Castro o a quien oprima a su pueblo».
Obama tendrá su primer encuentro con la recién fortalecida oposición el jueves 18, fecha en la que ha convocado a los líderes de ambos partidos en el Congreso para discutir juntos, a puerta cerrada y sin ayudantes, la agenda común que pueden sacar adelante. Con su habitual ingenuidad, la Casa Blanca expresó ayer su deseo de que el clima sea tan cordial que la reunión se prolongue hasta una cena íntima. Así respondió el líder de la oposición en el Senado Mitch McConnel: «Nuestras principales metas legislativas son abolir y reemplazar la ley de reforma sanitaria, acabar con los rescates, recortar el gasto y reducir el tamaño del gobierno», explicó. «La única forma de lograr estas cosas es poniendo a alguien en la Casa Blanca que no las vete. Después de los resultados del martes esperamos que el presidente empiece a escucharnos, pero no contamos con ello».
No son los únicos que reclaman los oídos de Obama, también su propio partido, donde ayer muchos le culpaban de la deblacle electoral, aunque por motivos opuestos. El ala izquierda, por haber desperdiciado la mayoría absoluta sin sacar adelante la agenda progresista y haberse entretenido demasiado con el debate sobre la reforma sanitaria. Los moderados, por haber sido demasiado ambicioso, y todos por no haber sido consultados sobre la agenda ni haber comunicado apropiadamente los logros. «Deja de hablar de estímulo o de infraestructura», protestaba ayer Paul Bengala, que fuese ayudante de Bill Clinton. «Llámalo a todo empleo, empleo, empleo», subrayó. Es el nuevo lenguaje que tendrá que aprender el presidente, si quiere ganar la reelección dentro de dos años.