Que viene el Papa
Dicen que la factura la paguen los católicos, pero no hablan de lo que genera en hoteles, comercios, restaurantes
Actualizado: GuardarEn España meterse con el Papa y lo que representa sale gratis. Incluso los católicos se han acostumbrado a que lleguen los ataques desde sitios verdaderamente pintorescos. Se dañan sus símbolos, su fe y se insulta a sus representantes. Benedicto XVI está a punto de llegar a España y se cumple la previsión. Unos consideran que su visita es un fastidio, otros se reafirman en su ateísmo, los de más allá anuncian que se van de España porque resulta insufrible el olor a cera, y los de más acá echan cuentas, sacan la calculadora y hacen números para saber cuánto nos cuesta que el Papa de Roma esté unas horas en España.
Más allá de su indudable calidad intelectual que reconozco y valoro, el Papa, como dice una canción de Joaquín Sabina, es para mí un particular. Que no vea la conexión entre lo que dice y lo que asegura representar no importa nada. Le siguen millones de seres humanos, y eso merece respeto. Mis creencias no se ven modificadas porque la legitimidad de Benedicto XVI sea mucha o poca. O ninguna. Ese es un problema que afecta a los católicos. Pero ahora llega el Papa a España y todos creemos tener derecho a dar nuestra opinión. Son los ateos militantes, los que viven sus creencias en el no Dios con más pasión que un católico de misa diaria, los que nos dan el tostón con los inconvenientes de la visita.
Ahora aparece entre nosotros una organización crítica con la visita del Papa. La Organización Europa Laica no existía para mí hasta hace un rato. Si hablo de ellos es algo que deben a Benedicto XVI. Son algo en su negación. Cuando dejan de negar dejan de existir. A estos laicos europeos les ha dado por echar cuentas de lo que cuesta traer aquí al líder de millones de creyentes. Han decidido hacer como la Seguridad Social con los enfermos en los hospitales, una factura sombra. Y hacen una campaña con el siguiente reclamo: «Pásale factura al Papa». Estos de Europa Laica-Observatorio de la Laicidad han decidido que la visita a Santiago el 6 de noviembre costará a los contribuyentes tres millones de euros y la de Barcelona casi dos. Hechas las cuentas, concluyen: que la factura la paguen los católicos. De lo que genera no hablan. Que hablen con hoteles, restaurantes, comercios, taxistas. Los laicos echan cuentas cuando viene el Papa, pero no hacen la factura sombra al Estado cuando la esposa de Obama pasa unas horas entre nosotros. O cuando un grupo de rock colapsa el centro de nuestras ciudades. O cuando el Orgullo Gay colapsa el centro de Madrid. O cuando el presidente de Francia visita oficialmente España. Lo de menos es lo que cuesta. Lo importante es que Benedicto XVI reafirma la existencia de gentes y grupos que gracias a él existen durante unas horas. ¿Hacemos una factura sombra de cuánto cuesta eso?