Las urnas pasan factura a Obama
Los sondeos otorgan la victoria en el Congreso a los republicanos, que espoleados por el Tea Party no darán tregua al presidente
NUEVA YORK. Actualizado: Guardar«Mi esperanza es que podamos negociar con los republicanos», suspiró ayer ingenuamente el presidente Barack Obama en entrevista con una cadena de radio de Chicago, cuando ya se veía venir la debacle electoral. No le va a ser fácil. Ya no basta con ser de derechas para representar al Partido Republicano en el Congreso. El Tea Party, que logró en las primarias reemplazar a republicanos de toda la vida por «verdaderos conservadores», demostró ayer que sus ultraderechistas también pueden ganar el voto de los independientes, al menos en época de crisis. La Cámara de Diputados le pertenece, según los primeros sondeos.
Karl Rove tenía sus dudas. El gran estratega político del Partido Republicano que convirtiera a George W. Bush en presidente prefería elegir a republicanos más sensatos que pudieran ser aceptados por los demócratas desencantados. Si se hubiera hecho su voluntad todos los analistas coinciden en que su partido se hubiera alzado fácilmente con el Senado, porque al menos el asiento de Delaware hubiera caído en su marcador. Allí, las excentricidades de Christine O'Donnell le dieron la victoria al demócrata Chris Coons, por el que nadie apostaba antes de que la autoreconocida aprendiz de bruja ganase la candidatura republicana gracias al Tea Party.
A los ultraderechistas de este movimiento nacido hace año y medio no les interesa tanto dominar el Congreso como renovar la sangre del Partido Republicano. «Prefiero tener 30 Marco Rubio en el Senado que 60 Arlen Specter», dijo el senador Jim DeMint, que ha apoyado a los candidatos del Tea Party. Marco Rubio es el cubanoamericano de Florida que forzó al gobernador Charlie Crist a presentarse como independiente una vez que quedó claro que sería elegido para representar a su partido en un año de extremismos. El pecado de Crist -que le ha estigmatizado entre los seguidores del Tea Party- es haber recibido a Obama en el escenario con un abrazo cuando el presidente viajó a Florida por primera vez tras el anuncio del plan de estímulo económico. Specter tiene pecados más graves, porque en lugar de hacerse independiente, como Crist, se pasó al Partido Demócrata.
También lo ha pagado más caro. Los seguidores de esta formación le expulsaron en las primarias eligiendo para su asiento a un verdadero demócrata, el diputado Joe Sestak, pese a la oposición de la Casa Blanca que le debía lealtad al republicano con el que llegó a la mayoría absoluta. Para el Tea Party, tanto Crist como Specter son unos traidores. En la formación, purificada con el cabreo de los ciudadanos ante la crisis, no hay sitio para los moderados.
El escenario más probable que arrojaban ayer las encuestas a pie de urna era que cada partido controlase una de las cámaras, lo que dejaría al Congreso técnicamente bloqueado durante los próximos dos años. Si en los dos primeros -en los que Barack Obama gobernaba con mayoría en ambas cámaras- ya ha sido difícil encontrar aliados de la oposición cuando necesitaba mayoría absoluta, para qué hablar de lo que le espera.
«No vamos a negociar»
«Estaremos aquí vigilandoos», advirtió Amy Kremer, portavoz del Tea Party Express, a los dos tercios de senadores que no han tenido que renovar su mandato en estas elecciones, pero que lo harán en 2012. «Sabemos que nos puede llevar dos ciclos electorales conquistar el Senado», señalaban. Cualquier compromiso que los legisladores adopten con los demócratas, cualquier voto en favor de su agenda para sacar al país de la crisis, servirá para que el Tea Party les ponga en la lista negra y lance contra ellos toda su maquinaria en las próximas primarias.
«No vamos a negociar con nuestros principios», ha advertido Michael Steel, presidente del Partido Republicano. Sarah Palin, alma del Tea Party, no ve excepciones posibles. Cuando un presentador de Fox News le planteó si aceptaría un compromiso semejante al de los conservadores británicos, que han aceptado subir los impuestos a cambio de reducir significativamente el gasto del gobierno y que costará el puesto a 500.000 funcionarios, Palin fue tajante. «¡Absolutamente no!» Para ella la salida de la crisis está en recortar los programas sociales y el gasto del gobierno federal además de bajar los impuestos a los ricos, porque «un pobre nunca da trabajo». Y si eso no soluciona el problema económico, da igual. El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, ya ha dicho que el objetivo es lograr que Barack Obama sea presidente de una sola legislatura, y Obama lo sabe.