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La campaña más cara y oscura

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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«¡Qué den la cara, que sepamos quiénes son!», pedía la senadora Barbara Boxer en uno de sus mítines. Gracias a que el Supremo anuló en enero pasado la ley que ponía límites a la financiación de campañas electorales a través de grupos paralelos, los donantes multimillonarios ya no tienen que figurar. Eso ha permitido que éstas, las primeras elecciones después de esa histórica decisión, sean las más caras y más oscuras de la historia. El dinero anónimo ha entrado por toneladas hasta totalizar, ayer, cerca de 4.000 millones de dólares (2.850 millones de euros), poco menos que los 4.140 que costaron las presidenciales que ganó Obama, y casi el doble que las anteriores legislativas.

Con todo, la prensa, en su papel de vigilante de la sociedad, por mucho que Sarah Palin considere a los periodistas unos «bastardos corruptos», ha sacado mucho a la luz. Según 'The New York Times', bancos, petroquímicas y aseguradoras son los principales donantes de La Cámara de Comercio de EE UU, que en esta campaña se ha gastado 53 millones de euros en saturar las ondas con ataques a los candidatos demócratas o a sus políticas.

Si bien la Cámara de Comercio de EE UU es una organización de empresarios con casi cien años de historia fácil de rastrear, otros de los grupos que han estado bombardeando a los votantes son de reciente aparición. Cuando los periodistas de 'The New York Times' fueron a la dirección de American Future Funds se encontraron con un buzón alquilado. El grupo conservador dice dedicarse a promover «la visión del libre mercado entre los estadounidenses», pero muchos de sus ataques han sido contra la reforma sanitaria de Obama o en favor de las tasas al ethanol de Brasil, mucho más competitivo que el de Iowa, donde se basa este misterioso grupo.

En otros, como Americans For Prosperity, es fácil rastrear a los hermanos Koch, los billonarios tejanos de la industria petrolera que han alimentado económicamente al Tea Party y combaten la ley contra el calentamiento global en California. Entre las docenas de grupos conservadores que han impulsado al Partido Republicano en esta campaña destaca también el de Karl Rove y Ed Gillespie, antiguos asesores del presidente George W. Bush que han fundado Crossroads GPS para canalizar los cheques de seis y siete cifras que firman donantes que «se sienten más cómodos siendo anónimos», dijo Rove. Su organización ha gastado en esta campaña al menos 30 millones en atacar a varios demócratas, pero en las primarias del Partido Republicano también gastó un millón de dólares sólo en derrotar a Jack Conway, un republicano al que no consideraba apto para ganar el asiento al Senado por Kentucky.

No sólo las grandes corporaciones han encontrado un camino secreto hasta el corazón de Washington para marcar la agenda política de acuerdo a sus intereses, sino que, según Obama, también se han abierto las puertas a que los extranjeros puedan decidir el voto de los estadounidenses. Desde el Watergate los donantes políticos habían hecho públicas sus contribuciones, pero gracias al Supremo Nixon no necesitaría hoy violar la ley para enmascarar su influencia.