La fuerza del Tea Party acorrala a Obama
La movilización del ala más dura de la derecha amenaza con noquear al presidente en sus primeras elecciones legislativas
DELAWARE. Actualizado: GuardarHay momentos en los que una periodista se lo piensa dos veces antes de meterse en la boca del lobo, y no solo cuando está a punto de empotrarse con los marines o colarse en la madriguera de los narcos mexicanos. Uno de esos momentos de duda ocurrió el domingo, antes de subirse al autobús del Tea Party Express, cuando un seguidor de la formación que atendía el mítin de Delaware no paraba de gritarle en la oreja, con voz atronadora: «¡Los medios son una mierda!»
Intimidada o no, el deber manda. Afortunadamente el civismo reinaba dentro de los autobuses de lujo en los que 14 personas recorren EE UU para motivar a los conservadores cabreados a que voten por los candidatos. Dentro son gente educada que da la mano con una sonrisa, pero sobre el escenario arengan al público a rebelarse contra los medios de comunicación que, en su opinión, conspiran para hacerles parecer una panda de tarados y ayudan a que ganen los candidatos moderados que, a su juicio, están hundiendo al país. «Mirad a vuestros vecinos y decidles: Vosotros sois los nuevos medios», piden.
Twitter, Facebook y otras redes sociales lo hacen posible. Así surgió el Tea Party a finales de febrero del año pasado, cuando Amy Kremer respondió a un Twitter que conectó a 22 'conservadores duros' como ella en una conferencia telefónica, todos alarmados por las desorbitantes cifras del rescate bancario de George W. Bush y el plan de estímulo económico de Barack Obama. Les había entusiasmado la espontánea perorata del periodista de CNBC Rick Santelli desde la Bolsa de Chicago. «¿Cuántos de vosotros quiere pagarle el préstamo a su vecino?», preguntó Santelli a los 'brokers'. «¿Presidente Obama, estás escuchando? Vamos a organizar un Tea Party en Chicago en julio», bromeó. Una semana después de la conferencia telefónica, los 22 seguidores de Twitter organizaron 53 actos en todo el país. Y mes y medio más tarde los nuevos 'Patriotas del Tea Party' se manifestaban por primera vez el 15 de abril, fecha límite en EE UU para pagar los impuestos.
Imitaban a los colonos que iniciaron las revueltas de la Independencia de EE UU en Boston en 1773, pero a diferencia de los que entonces pedían no pagar los impuestos del té a los británicos si estos no les dejaban representar a su país en el gobierno, los nuevos 'Patriotas del Tea Party' simplemente quieren menos impuestos y menos gobierno.
El entusiasmo de estos conservadores fiscales alarmados por el vertiginoso aumento de la deuda nacional pronto fue engullido por grupos de ultraderecha que ya se habían organizado durante la campaña electoral, convencidos de que John McCain no tenía fuerza para impedir la llegada de Obama al poder. Eran grupos como 'Stop Obama' o 'Our Country Deserves Better' ('Detened a Obama' o 'Nuestro país merece más').
A este último pertenece Sal Russo, un estratega político que desde los sofás de cuero del Tea Party Express sigue las noticias por televisión por satélite mientras organiza la siguiente parada por Internet. Es la cuarta gira en poco más de un año, cerca de 200 ciudades, calcula, y en cada una les espera un grupo de disconformes que puede ir de varias decenas a muchos miles, siempre con pocos jóvenes y menos negros o hispanos. Un rapero, una cantante y un afroamericano que interpreta a Frank Sinatra con letras del Tea Party ponen la nota de entretenimiento para lanzar el mensaje en clave musical.
Capitalismo salvaje
En el autobús de los artistas, donde el domingo no viajaban más de siete personas, se pueden encontrar algunos de los bulos que le han dado fama de excéntricos a este movimiento. Obama, según Andrea Shea King, puso a su perro en un avión separado a Martha's Vineyard este verano «porque en realidad es un musulmán, y los musulmanes no soportan a los perros». Pero en el que viajan los cerebros de la operación se evitan esos temas, al menos delante de la prensa, para no distorsionar la imagen del movimiento. Por eso Levi Russell, un impoluto relaciones públicas de 29 años que hace de nexo con la prensa, prefiere no opininar sobre si Obama es musulmán o realmente nació en EE UU. Muchos de los seguidores insisten en que fue en Kenia, y por tanto es un presidente ilegítimo.
«Su religión no me preocupa, lo que me preocupa son sus políticas», asegura. Se refiere a lo que considera un despilfarro económico y al creciente papel del Gobierno en regular la vida del país. No entra, sin embargo, en que los 700.000 millones de la guerra de Irak suponen menos que los 862.000 de estímulo económico que según la Oficina Presupuestaria del Congreso ha salvado casi 4 millones de empleos. «No nos metemos en política exterior ni en temas sociales porque en eso cada uno tiene una opinión, y lo que nos interesa es crear una gran plataforma en la que todo el mundo se identifique», explica. Las tres premisas que deben cumplir a rajatabla los candidatos a los que apoyan son responsabilidad fiscal extrema, un gobierno muy limitado y respeto absoluto a las leyes del libre mercado. O sea, eso que se conoce como el capitalismo salvaje, donde a juicio de Levy, el más joven del grupo, todo se autocorrige.
Hoy serán los grandes ganadores de estas elecciones. Tanto si colocan a un candidato como a los 138 que intentan sentar en el Congreso a través del Partido Republicano, habrán logrado infiltrarse en el sistema.