Editorial

Rubalcaba con límites

La remodelación del Gobierno no despierta entusiasmo más alla de las filas del PSOE

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El vicepresidente Rubalcaba protagonizó ayer su primer mitin de partido desde que se produjera la remodelación del Gobierno con un acto celebrado en San Roque , por cuya provincia fue elegido diputado en las elecciones de 2008. Su intervención confirmó el papel que le corresponderá durante el año y medio que resta para concluir la legislatura. Pero dejó entrever también los dos riesgos que corren los socialistas en el tramo final del segundo mandato de Zapatero. Por una parte, confundir los efectos que han generado los cambios en el Ejecutivo para rescatar a las filas socialistas del decaimiento al que les conducían el desconcierto y las encuestas hasta llegar a creerse que ese alivio arrastra también a amplios sectores de la sociedad. Por la otra, basar su nueva estrategia en denunciar una y otra vez el estado de letargo desde el que Rajoy habría decidido, según el parecer de los socialistas, contemplar el ocaso de la 'era Zapatero' a cuenta de la crisis. Las dotes de comunicación de Rubalcaba, su amplio dominio de las tareas de gobierno y su habilidad para replicar a la oposición popular con desdén pueden reanimar el voto socialista más fiel, cuyo decaimiento aparecía como causa tangible de la ventaja demoscópica de la que goza el PP. Pero el vicepresidente no podrá obrar todos los milagros que esperan sus entusiastas. Mucho menos si el Gobierno tiende a conformarse con haber descubierto que el flanco más sólido de la alternativa popular -su cómoda indefinición frente a la reacción tardía de Zapatero- puede convertirse en su faceta más endeble. Porque esto sería así solo en el caso de que el Ejecutivo diera inicio a una etapa sin dobleces, componendas para el corto plazo ni juegos de artificio. La «nueva agenda social», mencionada ayer por el vicepresidente primero y con la que el Gobierno trataría de paliar los efectos de la crisis y de las reformas emprendidas en el caso de los jóvenes y los parados de larga duración mayores de 45 años, señala una prioridad a compartir por el conjunto del arco parlamentario. Se equivocarían Zapatero y Rubalcaba si tratasen de obtener réditos partidarios de una iniciativa así, como se equivocaría Rajoy si opta por despreciar, sin más, esa «nueva agenda social».