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El FIT entrega al CELCIT el premio Atahualpa del Cioppo
Luis Molina, el director del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, recogió el galardón
CÁDIZ. Actualizado: GuardarEl Festival Iberoamericano de Cádiz cerró ayer sus puertas con una última jornada de espectáculos teatrales y la entrega del premio Atahualpa del Cioppo, que en esta 25 edición recayó en el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT). Luis Molina, director de la institución, recogió ayer en el Salón de Plenos del Ayuntamiento gaditano el premio de manos de la viuda de Atahualpa, Yolanda del Cioppo. En un acto presidido por la alcaldesa, Teófila Martínez, y el concejal de Cultura, Antonio Castillo, Molina dedicó el galardón a todas las personas que han contribuido al desarrollo del CELCIT durante sus 35 años de andadura.
Luis Masci, director teatral y docente, pronunció las primeras palabras y repasó la trayectoria del centro -cuyo origen «muchos calificaron de utópico y de osadía juvenil»-, sus apoyos y sus iniciativas a lo largo de su historia, como «la creación de campañas teatrales y nuevos espacios escénicos». El CELCIT nació en Caracas y «se nutrió de hombres y mujeres del teatro y de aquellos que venían de vivir bajo el manto de las dictaduras de América Latina y asumió como misión la unidad iberoamericana».
Actualmente el centro dispone de tres sedes, una en Caracas, donde se potencia la formación de los actores; otra en Buenos Aires, centrada en la experimentación y la investigación y una tercera en España, desde donde se promueven los espectáculos.
Tras la intervención de Masci, subió al atril Concha de la Casa, directora del Centro de Documentación del Títere de Bilbao, quien recordó que «detrás de las instituciones siempre hay seres humanos». Además, reiteró que el FIT es un referente, un «festival muy conocido en Iberoamérica».
Antes de recoger su galardón y hacerse las obligadas fotos oficiales, Luis Molina repasó sus «razones para estar conmovido», la primera, recoger un premio en Cádiz, «donde hace ya 25 años apostamos por el teatro iberoamericano». En sus reiteradas visitas a la ciudad, «se me arreglaban los problemas de salud», apuntó y recordó el año 1980, cuando «nos dimos cita en San Felipe Neri» y personajes como Alberti contribuyeron al «acercamiento de teatristas de España y América Latina».
Una gran familia
Otra de las razones para su entusiasmo es que «el premio lleva el nombre de una persona muy querida para mi, un hombre de una ética ejemplar y unos principios increíbles». En este sentido, Molina recordó que vivió parte del exilio de Atahualpa y parte de su regreso a Uruguay. Asimismo, el director del CELCIT compartió la distinción del FIT con la «gran familia» del teatro latino. «Puede que yo apretara el primer botón, pero todo esto no hubiera sido posible sin muchas personas».