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Griñán zanja la crisis del PSOE andaluz con un reparto de poder
Incluye a Luis García Garrido como secretario de Política Institucional para devolver a Cádiz la cuota de prometida en la dirección socialista
SEVILLA. Actualizado: GuardarEn sólo 48 horas, como advirtió. Sólo dos días después de que Rafael Velasco dimitiera como vicesecretario general, Griñán zanjó ayer la crisis en el PSOE andaluz con un reparto de poder entre Su sana Díaz y Rosa Torres y la inclusión de dos cargos institucionales de peso político, Luis García Garrido y Antonio Ávila.
La primera decisión que comunicó a la ejecutiva y secretarios provinciales reunidos ayer en Sevilla fue la supresión de la vicesecretaría general. No habrá, pues, sustituto tal cual de Rafael Velasco. Su trabajo hasta ahora de coordinación del partido, portavocía, relaciones con el Gobierno de la Junta y el de política institucional será repartido. La labor de coordinación interna la llevará la secretaria de Organización, Susana Díaz. Griñán ha querido reforzar con un papel más activo a la presidenta, la malagueña Rosa Torres, como ya había anunciado en el congreso extraordinario de marzo. Torres pasará a ser la portavoz del PSOE de Andalucía, además de desempeñar la labor de coordinación entre el partido y el Gobierno de la Junta. Tendrá como principal interlocutora a Mar Moreno.
Para llevar la secretaría de Política Institucional, también en manos de Velasco desde marzo, entra en la ejecutiva el recién estrenado delegado del Gobierno, el gaditano Luis García Garrido. Otro político de peso institucional, Antonio Ávila, consejero de Economía e Innovación, entra en la ejecutiva permanente como vocal.
Griñán explicó a los socialistas que estos cambios están planificados para «trabajar de forma colegiada», según comunicó Rosa Torres. Desde el punto de vista orgánico, es Susana Díaz la que queda como número dos en el escalafón, aunque sus funciones no son muy distintas de las que viene desempeñando, como la preparación de elecciones, lo más inmediato.
La número dos
Torres recordó que en la tradición del PSOE lo normal es que el número dos sea el secretario de Organización mientras que lo excepcional es que haya una vicesecretaría general. Susana Díaz (Sevilla, 1974) es de la generación de Velasco y ha echado los dientes políticos en la escuela de Pizarro como él. Licenciada en Derecho y diplomada en Alta Dirección de Instituciones Sociales, ha sido concejala en Sevilla y ahora es diputada regional. Las dos mujeres con más poder en el PSOE andaluz han sido secretarias de Organización en sus respectivas provincias, Rosa Torres, en el PSOE de Málaga, y Díaz, en el sevillano.
Griñán ha optado por una solución salomónica que contente a casi todos. Por un lado, haciendo caso de los que querían una salida rápida. Ha desistido de alargar los cambios una semana como pensó el jueves y cerrar antes del puente la crisis. El comité director que se iba a celebrar el próximo día 6 para ratificar los cambios será el día 2. Acudirá Marcelino Iglesias.Por otro, refuerza la dirección con personas de perfil gestor y prestigio al estilo de Marcelino Iglesias, como le habían sugerido otros, aunque no para la primera línea.
También ha tenido en cuenta los equilibrios territoriales. La presión del PSOE sevillano para que Susana Díaz se convirtiera en número dos ha obtenido sus frutos a medias. Será número dos, pero no vicesecretaria. Málaga también se mostraba contenta por el papel más activo de Rosa Torres.
La cuota de Cádiz
La inclusión de Luis García Garrido como secretario de Política Institucional devuelve a Cádiz la cuota prometida en la dirección socialista. Era un cargo para el que fue elegido Francisco González Cabaña en el congreso de marzo, pero el secretario general de los socialistas gaditanos dio la espantada el último día al no querer dejar la presidencia de la Diputación. Velasco asumió la secretaría, pero estaba pendiente de que Griñán decidiera devolvérsela a Cádiz. Lo ha hecho ahora y en la figura menos esperada, la del nuevo delegado del Gobierno. Cabaña salió satisfecho de la reunión y declaró que daba por «totalmente cerrada» cualquier diferencia con la dirección regional.
No es la primera vez que un delegado del Gobierno ocupa un cargo en la dirección del partido. Amparo Rubiales ya desempeñó ambos cometidos en los años ochenta. Lo chocante es que Griñán exigió a su nueva ejecutiva en marzo que no coincidieran cargos institucionales y orgánicos. Sobre todo no quería consejeros en la ejecutiva.
Ahora habrá uno, y de gran peso en el Gobierno. Antonio Ávila será vocal porque Griñán desea que esté en el corazón de la dirección del partido la persona que pilota la política económica y el cambio de modelo productivo, según dijo a los secretarios provinciales. En resumen, Griñán modifica su estrategia de marzo no sólo por eliminar la vitola de bisoña con Torres de portavoz y García Garrido de número tres, sino por incluir cargos institucionales contra lo dicho entonces.