Condenan a la horca a Tarek Aziz, mano derecha de Sadam
Actualizado: Guardar«Tarek Aziz será el próximo en ser ejecutado porque sabe demasiadas cosas». Esta era la opinión de un parlamentario iraquí perseguido por la comisión de 'desbaasificación' y huido a Siria pocas horas antes de los comicios generales de marzo. Bagdad recibió ayer la noticia de la condena a la horca de la mano derecha de Sadam Hussein en mitad del torbellino de ira generado por las revelaciones de Wikileaks sobre la muerte de 70.000 civiles entre 2004 y 2009 y el escándalo destapado por el diario 'The Guardian' respecto al manual de torturas aplicado por las tropas británicas.
Tres años después de ser ahorcado su presidente y amigo y nueve meses después de la ejecución de Alí Hasan al-Majid, 'Alí el químico', Tarek Aziz se enfrenta a la misma condena. Las dotes diplomáticas que le sirvieron para ganarse el apoyo de Estados Unidos y Europa durante la guerra con Irán no han sido suficientes para convencer de su inocencia al Alto Tribunal de Irak, órgano responsable de juzgar los crímenes previos a la invasión estadounidense. Tras dos penas anteriores, la Justicia condenó finalmente a muerte a Aziz «por su papel en la eliminación de partidos islámicos».
Desde sus primeros pasos en la política, Aziz se consagró como amigo íntimo de Sadam Hussein, al que mostró lealtad hasta que se entregó a las fuerzas norteamericanas el 24 de abril de 2003. Fue viceprimer ministro de Bagdad desde 1979 hasta la caída del régimen y ministro de Exteriores de 1983 a 1991, labor que le convirtió en la cara más internacional de las atrocidades cometidas en el país.
En una cúpula baasista marcada por las constantes purgas y la desconfianza, su confesión cristiana le convirtió en uno de los pocos colaboradores del tirano ajenos a su círculo tribal suní. Su dilatada carrera como diplomático tuvo como epílogo una entrevista con el Papa Juan Pablo II en el Vaticano, el último intento del político por detener la II Guerra del Golfo. Aziz, que a sus 74 años acarrea serios problemas de salud, manifestó ayer al conocer su condena que la aplicación de la pena capital «es la negación última de los derechos humanos».