La UE abre una puerta para acercarse a Cuba
España logra que la Unión encargue a Ashton un nuevo marco de relaciones con el gobierno de Castro
BRUSELAS. Actualizado: GuardarLa Unión Europea mandató ayer a su ministra de Exteriores, Catherine Ashton, para que entable contactos con las autoridades cubanas a fin de definir, si fuera posible, un nuevo marco de relaciones bilaterales. Esa comunicación deberá estructurarse en el ámbito jurídico que define actualmente el entendimiento de la UE con la isla caribeña, es decir, la Posición Común de 1996. El mandato fue inmediatamente interpretado por las autoridades españolas como «una superación» del límte en vigor, en un proceso abierto hacia una supuesta -por el momento- normalización futura de las relaciones con el régimen castrista. La nueva ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, dio por hecho en Luxemburgo que la Unión «abre un nueva etapa en las relaciones con Cuba».
El Gobierno de Rodríguez Zapatero ha trabajado estos dos últimos años con gran encono para modificar la Posición Común comunitaria hacia el régimen comunista. Ese instrumento jurídico, el primero de su género, fue dictado hace catorce años por la UE en medio de un clima de indignación internacional por la determinación del Gobierno de Fidel Castro de abortar cualquier intento de forzarle la mano en la apertura democrática.
En febrero de aquel año, las fuerzas cubanas derribaron dos avionetas civiles procedentes de Miami que transgredieron los límites de su espacio aéreo. Murieron sus cuatro ocupantes. El suceso desencadenó una escalada de la represión interna, coincidente con el voto en el Congreso estadounidense de un refuerzo del embargo a través de la ley Helms-Burton, cuyo corolario fue la detención masiva y el encarcelamiento de disidentes, algunos de los cuales están saliendo ahora de prisión.
La Posición Común es una instrucción política que subordina las relaciones europeas con la isla caribeña al progreso en ella de los derechos humanos. Los esfuerzos del Ejecutivo español para modificar la situación habían sido estériles hasta ayer, debido a la existencia de un sólido frente de rechazo, constituido por países como Alemania, Suecia o la República Checa, que consideraban que el régimen castrista no daba muestras de aligerar la presión sobre sus ciudadanos y de evolucionar hacia la democracia.
Liberaciones de disidentes
Las recientes liberaciones de disidentes pactadas por Raúl Castro con la Iglesia católica, y facilitadas por el ex ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, con la acogida de expatriados en territorio español, habían creado condiciones para que el Gobierno Zapatero replanteara el tema al Consejo de la UE, con expectativas de que, esta vez, la respuesta fuera más proclive a sus objetivos de política exterior.
El acuerdo de ayer es el resultado de esos esfuerzos. La nueva jefa de la diplomacia española, quien reconoció en rueda de prensa a su predecesor como verdadero muñidor de la decisión, entendía que la jornada marcaba un antes y un después en las relaciones de la UE con Cuba. Venía a decir que había un buque en marcha donde antes todo estaba parado, y que tenía esperanzas en que llegara a buen puerto. Era la opinión del vaso medio lleno. Para Willy Meyer, europarlamentario de Izquierda Unida, en cambio, el acuerdo del Consejo lo mostraba medio vacío: «La Unión ha dejado pasar una oportunidad de oro para, de una vez por todas, normalizar las relaciones con la república de Cuba», decía.
Ashton dará cuenta de su misión exploradora al Consejo el próximo diciembre. Se verá entonces si la UE acentúa su acercamiento al régimen comunista o continúa manteniendo las relaciones en el congelador.