El circuito fetiche de Alonso
El español firmaría su tercera corona mundial en caso de triunfo y que Webber quedara por detrás del cuarto puesto El asturiano podría proclamarse otra vez campeón en Brasil, donde logró sus dos títulos
MADRID. Actualizado: GuardarAlgo tiene Brasil que siempre da noticias, habitualmente buenas para Fernando Alonso. Apenas se echa el cierre a la triunfal batalla de Corea y la Fórmula 1 fija su atención en lo que está por llegar, pendiente todo el mundo del 7 de noviembre, ya que puede quedar finiquitada la historia antes incluso del acto de Abu Dhabi (14 de noviembre). En Interlagos, un clásico del campeonato, Fernando Alonso tiene pelota de partido para conquistar el que sería su tercer Mundial y le regala un guiño el destino, pues en esta pista logró sus dos coronas con Renault en 2005 y 2006. Brasil es sinónimo de felicidad.
Le quedan dos paradas a este Mundial de idas y venidas, incompatible con la serenidad ya que todos los aspirantes han transitado por él como en una continua montaña rusa. Entre los titulares recurrentes, casi todos han dado en algún momento del curso un golpe sobre la mesa casi decisivo, pero el generoso sistema de puntuación traslada de las catacumbas al cielo en un parpadeo. De los cinco magníficos, todos han vestido de amarillo con la excepción de Sebastian Vettel y ninguno ha sido capaz de mantener una regularidad salvo Mark Webber en el último tramo, víctima de la cuestionable gestión de Red Bull en el liderazgo de sus pilotos. Ahora manda Alonso y todos sus enemigos tiemblan, conscientes de que la tendencia al alza del asturiano contagia a Ferrari y de que es más fiable que ninguno, frío y calculador cuando lo exigen las circunstancias. Desde que se subió sobre la bocina al tren en Monza, la parrilla admite que es el enemigo más fuerte.
El español sabe lo que tiene que hacer para cantar el alirón en Brasil, aunque no quiere pensar demasiado en ello. «No ha cambiado nada, la situación es la misma», expuso tras el éxito en Yeongam, postura prudente que camufla su euforia después de haberlo pasado tan mal durante este curso. La estadística del condicional afirma que Alonso tiene tres vías para ser campeón. La más sencilla de asimilar dice que si gana y Webber (a 11 puntos) es quinto o peor, ya le vale. También puede quedar segundo y que Webber sea octavo o peor, salvo que Hamilton (a 21 puntos) gane o quede tercero. La más rebuscada sería la de terminar tercero y que Webber sea décimo o peor, siempre y cuando Hamilton no acabe en el podio. Con Vettel ocurre igual, ya que si queda primero o segundo seguiría contando hasta el final.
Retorcidas las cuentas, la esperanza se sustenta en Brasil y la mística que envuelve a los 4.309 metros de historia. En 2005, el ejercicio del histórico «¡Bravo Fernando!» que le repetía Flavio Briatore por la radio, se alzó con el título después de finalizar tercero y dinamitar las esperanzas de Kimi Raikkonen, demasiado lejos como para plantarle cara y sentenciado el campeonato con bastante antelación. Un año después, se consagró al cuestionar la supremacía de Schumacher y confirmó el relevo natural de la F-1. Fue segundo y el alemán, que perdió casi todas sus opciones en la carrera anterior, cuarto. Además, recordará siempre el bronce de 2003 por el brutal accidente que sufrió con Webber de por medio y que obligó a suspender la carrera y, tristemente, está en el subconsciente la tercera plaza de 2007 con McLaren, insuficiente, ya que Raikkonen se proclamó campeón al ganar la carrera. En 2008 fue segundo con Renault y en 2009 abandonó.
Reubicada desde hace un tiempo en la fase decisiva del campeonato, Brasil ha coronado a los últimos cinco campeones. Dos veces a Alonso (2005 y 2006), una a Raikkonen (2007), una a Hamilton (2008) y el año pasado a Button (2009). Esta vez puede ser trascendental de nueva. Por si acaso hay fiesta mayor, Alonso da clases de samba.