Francia: El sí a la reforma
Actualizado: GuardarEl líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha mantenido en sus comparecencias de fin de semana la tesis de que la crisis de gobierno realizada por Rodríguez Zapatero tiene como único objeto «crear tensión», por lo que no tendría sentido que suscitara un cambio de estrategia en el partido conservador. «Si quieren radicalizarse, que lo hagan -dijo ayer Rajoy en Jaén-; nosotros a nuestro libro». Se supone que «el libro» es el escrito por su asesor áulico, Pedro Arriola, que aconsejaría al presidente del PP mantener un perfil bajo hasta las elecciones para evitar errores y generar el menor rechazo posible. Pese a ello, Rajoy no ha restado importancia a lo ocurrido, sabedor seguramente de que un reciente sondeo no refleja todavía el impacto de la remodelación en la opinión pública, y se ha molestado en responder a Rubalcaba con la misma ironía con que actúa el nuevo vicepresidente político. «El viejo / nuevo Gobierno -dijo Rajoy- ha iniciado su andadura como los malos defensas, dando patadas y arremetiendo contra el PP»; pero «nosotros no estamos en eso, estamos en las pensiones, en crear empleo y en el bienestar de los españoles». Es claro sin embargo que, como Zapatero se cuidó de recalcar al anunciar su nuevo gobierno, el nuevo equipo se caracteriza por 'explicarse muy bien'. Rubalcaba y Jáuregui son magníficos parlamentarios y buenos oradores, y a buen seguro se dedicarán a tratar de convencer a la opinión pública de las virtudes a medio plazo del ajuste. Lo que obligará al Partido Popular no sólo a participar en el debate sino también a concretar sus críticas y a efectuar propuestas alternativas. En suma, el cambio de Gobierno, que ha tenido un efecto balsámico sobre la zozobra socialista causada por el declive evidente de su opción política, no tiene por qué cambiar el fondo de los planteamientos del PP pero sí le obligará a dar la batalla y a emplearse a fondo en la tarea personalísima de captar el voto. Al cabo, la sociedad de este país es muy madura y, aunque son generalmente los gobiernos los que pierden las elecciones (y no la oposición quien las gana), correría un gran riesgo el PP si no jugara este partido con la alineación completa y la ambición de quien aspira a una gran victoria.
Esta semana, el jueves a más tardar, habrá sido ratificada por las dos cámaras legislativas francesas la polémica reforma del sistema de pensiones y los sindicatos y movimientos afines anuncian dos nuevas jornadas de acción. La primera, el mismo jueves, en el último metro del recorrido legal de la Ley, pero la segunda para el seis de noviembre, cuando esté promulgada y obligue. La legítima hostilidad a la reforma no puede seguir alimentando una oposición física tan fuerte, tan perturbadora de la vida de los franceses y, en fin, tan ajena al modesto principio democrático de que un régimen elegido puede exigir política y aún moralmente que se acepte una legislación que ha cumplido la tramitación legal adecuada. Y, además, hay pruebas, vía sondeos, de que una mayoría holgada cree que, convertida en Ley la reforma, la movilización social y estudiantil promovida por los sindicatos debe cesar. El gran reproche que se puede hacer al presidente Sarzkozy es que su gran iniciativa no era una propuesta electoral, ha sido sobrevenida y eso la lastra. Pero, en el marco de la responsabilidad social y la paz pública, solo queda votar en su día a la oposición socialista que se ha comprometido a abolir la Ley si gana. Lo demás es inconveniente e inútil.