Está previsto que permanezca en aguas roteñas durante un año para poder realizar el periodo de pruebas. :: JCC
Ciudadanos

El gigante de la Armada

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Es el barco más grande en la historia de la Armada y supera a todos los integrantes de las flotas de los países europeos. Nada menos que 231 metros de eslora y una capacidad de alojamiento para 1.500 personas. Combina la condición de portaaviones con la capacidad de transporte y accesibilidad para hacer llegar a una zona el personal, el material y la maquinaria pesada necesaria para contribuir a una misión. Además, cuenta con un hospital de campaña. Ayer atracó en Rota, donde permanecerá durante un año en periodo de pruebas y maniobras preparatorias, antes de iniciar sus primeras misiones.

«Se trata de una embarcación versátil y polivalente. Más destacado que un buque anfibio, pero con la alternativa de portaaviones, capacidad de asistencia en misiones humanitarias... Es el primer barco de la Armada que puede desarrollar todas estas acciones a la vez». Cristóbal González Aller, capitán de Navío, informó de que el 60% de la tripulación del 'Juan Carlos I' es andaluza. «Los demás son del norte, principalmente de Galicia». Del total, entre el 12 y el 15% son mujeres, y el 5% aproximadamente, inmigrantes. Precisamente, los 243 marinos que componen la tripulación se encontraron ayer con sus familiares en la Base Naval de Rota. Concretamente en el muelle cuatro, en una infraestructura nueva que aún no ha sido inaugurada de forma oficial, pero que ayer estrenó la nueva 'joya' de la Armada.

El 'Juan Carlos I' ha sido construido en el astillero que Navantia posee en Ferrol (Galicia), ciudad desde la que partió en un viaje de 36 horas para llegar a Rota, que será su sede estratégica. «Ahora tenemos que convertirlo en un buque de guerra».

Ingeniería isleña

El 'Juan Carlos I' es la embarcación inmediatamente superior al portaaviones 'Príncipe de Asturias'. A pesar de que toda la ingeniería metálica ha sido fabricada en Ferrol, donde también fue botado en marzo del 2008, el astillero de San Fernando también ha jugado un importante papel. No en vano, los puestos de mando y toda la ingeniería técnica y de defensa ha sido construida por la Unidad de Sistema de Defensa -FABA- de La Isla.

Ahora bien, la embarcación se ha diseñado con cuatro perfiles de misión. Como buque anfibio, capaz de transportar a una fuerza Infantería de Marina para realizar un desembarco de apoyo a las operaciones en tierra. Como sustituto eventual del 'Príncipe de Asturias' para la aviación embarcada; como buque para operaciones no bélicas. Es decir, apoyo humanitario, evacuación de personal de zonas de crisis, atención sanitaria en entornos afectados por catástrofes, etc.

No obstante el capitán González Aller confirmó que la embarcación no estará disponible para sus primeras misiones hasta dentro de un año, que es el plazo que necesitan tanto para completar el equipamiento del mismo, como para realizar las comprobaciones propias de la garantía de Navantia. Concretamente, el hospital es una de las dependencias que aún no están completas.

Un hospital a bordo

Con una capacidad para 18 pacientes, está compuesto por un área de selección de bajas, dos quirófanos, una UCI completa con ocho camas, otra zona de hospitalización de 14 camas, un área para posibles enfermos infecciosos con cuatro, una sala de dentista, sala de rayos X, almacén de farmacia, laboratorio y sala de consulta. Entre los flecos que faltan destaca el equipo de telemedicina que establecerá las conexiones con el hospital militar Gómez- Ulla durante las operaciones quirúrgicas.

El buque cuenta con dos motores diesel y una turbina de Ags General Electric para la producción de 6.600 voltios, capaces de generar en conjunto una potencia eléctrica de 34.000 megavatios, que sería capaz de alimentar a 10.000 hogares. Todo el sistema de propulsión está controlado por una red de autómatas y ordenadores que gestionan en tiempo real más de 50.000 señales.

El 'Juan Carlos I' es también el primer buque de la Armada con unos propulsores de imanes permanentes montados bajo el casco con un sistema que les permiten orientarse en cualquier dirección. Además, cuenta con tres radares y con equipos de guerra electrónica desarrollados por la empresa española Indra.