Sociedad

SUEÑOS Y REALIDADES

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Basada en la obra original del célebre Virgilio Piñera, la compañía Teatro Avante trae al FIT el retrato de una de tantas familias cubanas de mediados del siglo pasado. Pese a haber sido escrita hace más de 50 años, en sus textos no se respira caducidad alguna, lo que suponemos que es debido –además de a la universalidad del texto en si mismo–, al buen trabajo de reescritura de Raquel Carrió. Entre recuerdos y evocaciones, la historia nos deja ver algunas semblanzas, conversaciones, encuentros y personajes que han marcado y determinado la vida de Luz Marina, una solterona condenada a vivir el día a día entre sus ancianos padres y los arreglos de costura que le ayudan para el sustento de la casa. El calor, el hambre, las ilusiones, los anhelos y los conflictos familiares y personales se entrecruzan con un mundo que pone cada expectativa en un punto muerto siempre, dando la sensación de que algún día la vida puede cambiar, pero que nunca llega finalmente a suceder. Esta desazón está bien llevada en el montaje de Mario Ernesto Sánchez como director, pues consigue un cierto toque chejoviano que se devanea rítmicamente entre la amargura y el humor.

La propuesta de Avante, más allá de ser una reflexión contundente sobre los deseos y su encontronazo con la realidad y sobre la fuerza determinante del paso del Tiempo en el ser humano, es también una clara apuesta por un teatro en el que lo fundamental es el trabajo de sus actores. Estamos ante un resultado redondo y consecuente en el que destacan sin lugar a dudas, las actuaciones estupendas en cuanto a expresión corporal, vocal y emocional de todo el reparto. Es difícil en general, encontrar un elenco que comunique en la misma frecuencia actoral y que defienda un trabajo homogéneo como en este caso. La proyección gestual y emocional se pasa un poco de tono en ocasiones y llega a parecer exacerbada, cosa que puede ser debida a que el espectáculo haya sido diseñado quizás, para un espacio de mayores dimensiones. Se echa en falta un vestuario con mas solera y menos pulcritud en algunos de los personajes y sobran definitivamente los interludios con armonías telenovelescas. En definitiva, un buen experimento que deja sensaciones gratas más allá de los aplausos, que fueron largos y sinceros.