Superrubalcaba
Zapatero permanece, y es, con crisis o sin ella, un dirigente agotado situado en niveles de desconfianza alarmantes
Actualizado: GuardarEn un tiempo distinto a este, Unamuno dijo que a un pueblo no se le convence sino de aquello de que quiere convencerse. En el Gobierno las caras son nuevas, sí, pero si los españoles entienden que la situación que vivimos sobrepasa a la llegada de unos cuantos nombres nada habrá cambiado. Corremos el riesgo de asistir a un movimiento pensado para enviar un mensaje interno al PSOE que lo saque del despiste y la inacción. También de que la crisis lo tape todo y los nombramientos queden amortizados tras las elecciones catalanas. Ante la previsible catástrofe electoral algunos habían sugerido a Zapatero que esperara al día después de la caída de Montilla, pero la ansiedad le ha podido.
Estamos obligados a preguntarnos no tanto qué pretende Zapatero y sí por lo que el nuevo Gobierno puede hacer. ¿Hay un mensaje para el parado, para el joven universitario; hay mensajes para el autónomo, el mediano empresario que sobrevive a duras penas? Para muchos el único cambio deseable es el de su situación. A fin de cuentas Zapatero permanece, y es, con crisis o sin ella, un dirigente agotado situado en niveles de desconfianza alarmantes, tanto que hay quien considera que los cambios resultarán inapreciables estando quien está arriba: un hombre estigmatizado por la crisis y la improvisación. ¿Cuándo la decidió? Hace una semana la vicepresidenta saliente aseguraba que solo se buscaba un recambio para Corbacho. El domingo, en Ponferrada, el presidente insistió en esa dirección. De modo que fue el mismo domingo, o el lunes o el martes. Así que lo fio todo a la intuición y al último minuto.
Reconozcamos que los cambios van a obligar Rajoy a pisar barro. Con Rubalcaba instalado en la sala de máquinas del poder, Rajoy tiene que mancharse el traje. Heredar la Moncloa es solo una posibilidad, puede que el enfermo haya salido de la agonía y tenga vida. Al final Zapatero se ha visto obligado a actuar ante la catástrofe anunciada por el presidente de Castilla-La Mancha. Han sido los Barreda, los Griñán, los Fernández Vara.quienes le han hecho ver que esto de la política exige cirugía y seriedad en momentos urgentes. En ese sentido se explican las incorporaciones de Rubalcaba -un vicepresidente que ya no tiene margen para mandar más como no sea ocupar el puesto de Zapatero-, Ramón Jáuregui, Valeriano Gómez y Marcelino Iglesias en el PSOE. Lo de Trinidad Jiménez en Exteriores se explica solo si reparamos que en esa silla antes han estado gentes tan serias como Fernández Ordóñez, Morán o Solana. Lo de Leire Pajín es la confirmación de que Zapatero aún se resiste a entender que la política no tiene que ver con los sentimientos. Alguien tiene que explicarle que no deberían ocupar cargos públicos personas que no tengan a dónde ir si no estuvieran en política. Bromas, las menos.