PAN Y CIRCO

PREOCUPACIÓN

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Estoy sorprendido por la generalizada preocupación que, a la conclusión del partido contra la Unión Deportiva Ceuta, se reflejaba en los rostros y en los comentarios de una amplia mayoría de aficionados cadistas. Ni los tres puntos logrados contra uno de los equipos más potentes de este grupo cuarto de la Segunda División B, ni el deseado gol de Pachón, ni la recuperación del segundo puesto en la clasificación han logrado que se disipen las serias dudas que se ciernen sobre esta plantilla y, en especial, sobre el sistema de juego diseñado por el entrenador. La mayoría de los análisis coincide en que, además del la excesiva e ineficaz horizontalidad del recorrido del balón, se advierte demasiada fragilidad -física y mental- en todas las líneas, y abundan los que repiten que, hasta ahora, ni la portería, ni la defensa, ni la media, ni la delantera proporcionan argumentos que inspiren seguridad. Aunque, en gran medida, coincido con estos diagnósticos, no comparto, sin embargo, el tratamiento que los más inquietos exigen: el cambio de entrenador. A mi juicio, es demasiado prematuro adoptar una decisión que, además de económicamente demasiado gravosa, sería deportivamente arriesgada. En estos momentos hemos de adoptar una actitud realista y reconocer que este trayecto tan largo exige su tiempo. Cuando las dificultades nos aquejan, fácilmente podemos caer en la inquietud, en el nerviosismo y en la precipitación. La serenidad en la espera nos hará mantener un estado de ánimo sosegado para que, sin exaltarnos ni deprimirnos, sin engrandecer ni minimizar los problemas, encontremos las soluciones adecuadas tras una reflexión detenida y cuidadosa. Reconozcamos que, a pesar de todas las adversidades, el Cádiz está situado en una posición privilegiada: esperemos con paciencia y, cambiando el dicho popular, aceptemos que «mientras hay esperanza hay vida».