ESPAÑA

Zapatero encumbra a Rubalcaba

El presidente sorprende con una profunda crisis ministerial que deja fuera del Gobierno a De la VegaEl jefe del Ejecutivo justifica los cambios porque «una parte del electorado venía reclamando una ofensiva política»

MADRID. Actualizado: Guardar
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Había asegurado hasta la extenuación que no haría una crisis de Gobierno en toda regla en un horizonte próximo, pero se tomó sus propias palabras a título de inventario. José Luis Rodríguez Zapatero dio ayer todo un golpe de efecto; justo lo que hacía meses reclamaban con ansiedad desde las filas del PSOE, temerosas de una debacle electoral, pero cuando ya nadie lo esperaba. La remodelación del gabinete convierte en auténtico puntal del Ejecutivo al hasta ahora ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Los vaticinios que durante años le situaban como futuro vicepresidente se cumplieron tras cientos de quinielas fallidas. Suya es ahora la corona de María Teresa Fernández de la Vega.

El presidente del Gobierno no ocultó las razones de semejante terremoto interno. «El rumbo está trazado pero hay que recorrerlo hasta el final y hace falta un gobierno renovado y políticamente reforzado con personas de gran trayectoria y capacidad para explicar a la sociedad lo que estamos haciendo», dijo. Nunca Zapatero se había plegado tanto a los deseos de su formación en una decisión que, por ley, le corresponde en exclusiva. La vicepresidenta saliente ha sido durante seis años y medio un pilar básico en su Gabinete, pero también es cierto que contaba con importantes detractores internos y que entre los socialistas se cuestionaban a menudo sus dotes comunicativas. Justo lo que siempre se ha alabado a Rubalcaba, portavoz gubernamental en el último equipo de Felipe González y del grupo parlamentario socialista en el primer mandato de Zapatero. «No vamos a descubrirlo a estas alturas», ironizó el propio líder del PSOE.

Hacía falta una decisión de este calado porque, de haber optado el jefe del Ejecutivo por un relevo circunscrito exclusivamente al Ministerio de Trabajo, como él mismo anunció, habría sido difícil acallar las voces internas que clamaban por un gesto contundente que diera impulso a la legislatura y sacara al partido de una inevitable sensación de fin de ciclo. Era una crisis gubernamental o desvelar la incógnita sobre su candidatura o su hipotética sucesión en 2012. Y esa es una carta que Zapatero aún se guarda. Tanto es así que, durante su comparecencia en el palacio de la Moncloa para explicar los cambios, se lanzó rápidamente a frenar las conjeturas que ya sitúan al flamante vicepresidente primero como su delfín. «Hoy estamos en lo que estamos, que es en hacer un gobierno fortalecido políticamente», atajó.

La clave de por qué llega ahora esta amplia remodelación -prevista, según algunas fuentes, en julio pero frustrada por la volátil coyuntura económica- radica, conforme a la explicación del presidente, en la estabilidad institucional que ofrece el pacto presupuestario con PNV y Coalición Canaria. Ese acuerdo concede, a su juicio, un margen de maniobra suficiente como para no restringir la acción del Gobierno a la gestión de los asuntos económicos, para desempolvar la agenda social y para poner en marcha una «ofensiva política» que debería ayudar a reconquistar a las descontentas bases socialistas y a frenar la sangría de votos que auguran las encuestas. «Con los Presupuestos aprobados, la estabilidad financiera y el tiempo que tenemos, es el momento de otro tipo de acción», justificó.

Recuperar adeptos

En esa clave se interpreta el fichaje de la ex dirigente de Izquierda Unida Rosa Aguilar para el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino o del ex secretario general de empleo con Jesús Caldera, Valeriano Gómez, un hombre de una gran sintonía con los sindicatos que llegó a manifestarse en contra de la reforma laboral el pasado 29 de septiembre. Y así se explica también que Zapatero haya echado el resto dando la espalda a los perfiles técnicos y apostando por un gabinete muy político y muy de partido, lo que los suyos siempre pedían quejosos. «Tenemos un proyecto socialdemócrata, progresista y representamos a la gran mayoría de centro-izquierda de este país», señaló el jefe del Ejecutivo. El secretario general de los socialistas siempre llevará el sambenito de actuar a golpe de encuesta. No lo hizo con las reformas ni con el tijeretazo al gasto, pero su última decisión sí despide cierto interés en dar satisfacción al electorado. Los enemigos internos de Rubalcaba se frotaban las manos con su patinazo en las primarias de Tomás Gómez, pero le ha beneficiado el ser uno de los ministros más valorados por la ciudadanía y un peso pesado en el partido; Ramón Jáuregui parecía relegado para siempre al Parlamento Europeo, pero Zapatero ha tenido en cuenta a la hora de nombrarle ministro de Presidencia que es «un gran valor, de gran reconocimiento en el PSOE y un compañero tan querido que muchos durante años se preguntaron por qué no estaba en el Consejo de Ministros».

El jefe del Ejecutivo también se ha percatado de que una ciudadanía condenada a la austeridad no podía comprender la existencia de un ministerio de Igualdad, otro de Vivienda o una vicepresidenta tercera, la de Manuel Chaves, dedicada exclusivamente a la Política Territorial (ahora asumirá también la Función Pública). Lo confesó él mismo: «He entendido que debía dar respuesta a una posición muy mayoritaria para hacer un esfuerzo de reducción ministerial y, además -añadió- había un mandato del Congreso de los Diputados».

Elecciones a la vista

Que esta crisis de Gobierno tiene las próximas elecciones en el punto de mira se evidencia también en otra decisión compleja para Zapatero. No solo ha tenido que rectificar la creación de los ministerios que ocupaban Bibiana Aído y Beatriz Corredor, que pasan ahora a ser secretarias de Estado, sino que ha echado por tierra otra apuesta mucho más personal, la que hizo cuando puso en manos de Leire Pajín la secretaría de Organización, un cargo vital para engrasar la maquinaria del partido ante una contienda electoral y que nunca contó con el visto bueno del vicesecretario general del PSOE, José Blanco. Ahora el cargo será ocupado por el veterano Marcelino Iglesias, que ya había renunciado a volver a presidir Aragón.

Y si se cree a Zapatero, todo este rompecabezas se le ocurrió en solo dos días. El domingo por la mañana afirmó durante una charla informal en Ponferrada que no contemplaba grandes cambios en el Gobierno. Pero, según su testimonio, ese día por la tarde ya daba los primeros pasos para acometer la remodelación. «Reflexiones sobre posibles cambios se producen con cierta frecuencia pero la decisión solo se produce cuando descuelgas el teléfono y llamas a la primera persona a la que crees que debes llamar». Esa persona, aseguran fuentes gubernamentales, fue la defenestrada María Teresa Fernández de la Vega.