ESPAÑA

TRINIDAD JIMÉNEZ PUEDE

El balance de los seis años de Moratinos en Asuntos Exteriores es lamentable

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Miguel Ángel Moratinos era posiblemente el más quemado de todos los ministros cesados en esta crisis de Gobierno, la enésima reinvención de Zapatero, al que hay que reconocerle capacidad de iniciativa política y de marcar la agenda, incluso cuando muchos le dan por vencido. El hasta ahora titular de Exteriores practicaba desde hacía tiempo una fuga hacia adelante, viajando sin parar y centrado en el único asunto exterior que le interesaba de verdad, Oriente Próximo, y en el que no podía hacer mucho. Tal vez tenía la esperanza de seguir en el cargo y batir todos los récords de permanencia y para ello había remodelado hace muy poco la cúpula del Ministerio, confiando en la nula inclinación de Zapatero hacia los asuntos europeos e internacionales.

El balance de los seis años de Moratinos es lamentable. España ha perdido mucho peso en la Unión Europea, no solo por haberse convertido en uno de los enfermos del euro, sino por la pasividad con la que se ha participado en una de las etapas más complicadas de la integración política, a veces haciendo de satélite de una arrinconada Francia y casi siempre sin propuestas atractivas para influir en el debate europeo. Fuera de la Unión, Moratinos ha descuidado Iberoamérica y no ha acabado de recuperar la interlocución con Estados Unidos. Su afición por estrechar lazos con dictadores como Obiang en Guinea Ecuatorial, Fidel Castro en Cuba o Hugo Chávez en Venezuela ha sorprendido a propios y extraños. Y lo peor ha sido el amiguismo y la actitud sectaria con la que ha abordado tanto la gestión del Ministerio como la explicación y el debate de la política exterior española.

La nueva ministra Trinidad Jiménez llega con varias bazas a su favor. Tienen un talante abierto, conoce el Ministerio tras su etapa al frente de los asuntos iberoamericanos y es una política nata, a diferencia del hiper-especialista al que sucede. Parte de una situación de desmoralización de los funcionarios de Exteriores y con poco que haga para mejorar la gestión interna se ganará a muchos diplomáticos. Debe intentar recomponer consensos básicos sobre política exterior con el Partido Popular y formular de nuevo una política europea y exterior con ambición y pensada a largo plazo. En contra suyo está su reciente fracaso ante el clon de Zapatero en Madrid, Tomás Gómez, un choque que ha mermado su capital político. Pero esta es su gran oportunidad para demostrar que Trinidad Jiménez puede.