Portaaviones sin aviones para Reino Unido
Los recortes del gasto y la mala planificación dejan a la Royal Navy sin cazas en sus buques durante una década
LONDRES. Actualizado: GuardarReino Unido no tendrá en la próxima década un portaaviones con capacidad de desplegar aviones de combate tras la revisión del presupuesto de Defensa que presentó ayer el primer ministro, David Cameron. El anuncio es parte del plan de reducción del gasto público que se presentará hoy en su totalidad.
La Real Armada tiene en la actualidad dos portaaviones. Uno de ellos, el 'HMS Ark Royal', que hereda su nombre del buque insignia que batalló con la Armada Invencible en el final del siglo XVI, será inmediatamente desguazado y los aviones Harrier de despegue vertical o corto que operan desde este tipo de buques también serán desmantelados.
Se mantendrán uno de los dos barcos, el otro portaviones, 'HMS Illustrious', o el de asalto anfibio, 'HMS Ocean', para sostener operaciones con helicópteros, una vez que se decida cuál es el más adecuado para ese tipo de misión. Mientras tanto, se construirán en los astilleros de Glasgow otros dos portaaviones, mucho más grandes, aunque los estrategas de defensa consideran que sólo necesitan uno.
Cameron achacó al anterior Gobierno laborista la confusión heredada, porque en la revisión estratégica de la defensa llevada a cabo hace diez años se diseñó un despliegue naval para unas necesidades -la de un combate aéreo extenso contra un país enemigo- que los actuales planes militares no contemplan como un peligro real.
Lo necesario, explicó Cameron, es una fuerza naval capaz de ofrecer base a aviones de mayor alcance y que tendrían que actuar con más precisión y en un entorno de sofisticadas defensas antiaéreas. El Harrier, diseñado cuando aún tenía vigencia la Guerra Fría como avión de combate operativo desde los dos viejos portaaviones en la caza de submarinos enemigos, no ofrece esa capacidad.
Por eso, el Gobierno británico, que es parte del consorcio industrial de la Fuerza de Ataque Conjunto liderado por Estados Unidos, ha elegido para cumplir ese tipo de misiones la variante para portaaviones del avión de combate que producirá este grupo, el F-35. Pero no estará disponible para su despliegue hasta el final de esta década.
Para completar el cuadro del deficiente planeamiento, el primer portaaviones, ahora en construcción, estará en dique seco más tiempo del previsto, para añadirle una catapulta y del equipo de retención en aterrizaje que requiere el F-35. Y, como solo es necesario uno, podría ser vendido tres o cuatro años después de entrar en servicio. La decisión de proceder con la construcción de los dos portaviones se basa, según el primer ministro, en la constatación de que los contratos firmados estipulan una penalización tan fuerte en el caso de cancelación que es más rentable construir los dos y quizás recuperar parte del dinero invertido mediante la venta de uno de ellos.
Colaboración con los aliados
La decisión tiene dos consecuencias llamativas. Los nuevos portaaviones permitirán la combinación de fuerzas con los dos principales aliados de Reino Unido en los mares, EE UU y Francia. La década en la que la Armada británica pierde esa operatividad puede contribuir a la cooperación con sus aliados pero Reino Unido, según voces navales quejosas oídas ayer, no podría hacer frente solo a un conflicto como el de las Falklands-Malvinas.
La otra consecuencia es que el presupuesto de Defensa no permite entonces emprender las inversiones para iniciar la construcción de los submarinos que renovarán la flota nuclear. El inicio del programa se aplaza cinco años, lo que pone en duda además de su viabilidad que se pueda mantener en una plazo de quince o veinte años el principio de disuasión británica de que siempre hay un submarino operando en los mares con capacidad de un ataque nuclear.
La revisión anunciada ayer contempla una reducción de la cuarta parte del personal del Ministerio de Defensa y recortes menos sustanciales en las tres ramas del Ejército, aunque el de Tierra perderá el 40% de sus tanques y el 35% de su artillería pesada. No contempla la reducción de efectivos en Afganistán y confirma la repatriación de las 20.000 tropas británicas aún presentes en territorio alemán antes de 2020.
La revisión estratégica, realizada precipitadamente para responder a la necesidad de recorte del gasto público, responde también a una revaluación de las necesidades de defensa, que considera en la actualidad que los mayores peligros a la seguridad son los ataques cibernéticos o la utilización de armas nucleares, químicas o biológicas por grupos terroristas.