La vicepresidenta económica se dirige al estrado del Congreso ante la mirada de Rodríguez Zapatero. :: EFE
ESPAÑA

El Gobierno se escuda en Aznar para legitimar sus pactos

Rajoy pregunta «cuánto han recibido» PNV y CC a cambio de «salvar» a ZapateroSalgado avisa de que «no vacilará» en recortar aún más el gasto si es necesario para cumplir el objetivo de déficit Afirma que espera no hacerlo porque «la recuperación económica empieza a consolidarse»

MADRID. Actualizado: Guardar
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El pacto entre el Gobierno y los nacionalistas de PNV y Coalición Canaria (CC), que no solo garantiza la aprobación de las cuentas públicas de 2011 sino que descarta el anticipo electoral y asegura a José Luis Rodríguez Zapatero una mayoría parlamentaria hasta el final de la legislatura, se convirtió ayer en el centro del debate presupuestario que se desarrolló en el pleno del Congreso.

Los números se hicieron a un lado para dejar paso al rifirrafe político que se concentró en las intervenciones del presidente del PP, Mariano Rajoy, y la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Elena Salgado, quien este año se fajó con garra y no se amilanó en el cuerpo a cuerpo parlamentario, muy al contrario de lo que hizo en 2009, cuando pagó la novatada y fue vapuleada sin lástima por el líder popular.

El Ejecutivo defendió su total «legitimidad» para buscar la aprobación de las cuentas y la estabilidad económica y política del país mediante una sociedad con los nacionalistas y rechazó todas las críticas que le llovieron desde el PP con el argumento de que no hace nada distito de lo que hizo en 1996 José María Aznar para lograr su primera investidura como presidente con los votos de los nacionalistas catalanes y vascos.

«¿Por qué entonces fue normalidad democrática y un hito histórico y ahora una cesión del poder?», preguntó con ironía Salgado al líder de la oposición, que dedicó toda la primera parte de su discurso a pedir cuentas públicas a PNV y CC por «salvar a Zapatero» y que se interrogó desde la tribuna sobre «cuánto habrían recibido a cambio» de protagonizar semejante bandazo político.

Salgado, que fue la encargada de defender en el pleno el proyecto de Presupuestos, dijo que el PP practica «la doble moral» con estos argumentos y espetó a Rajoy que «no esperaba que fuese tan torpe de salir en tromba contra PNV y CC». Explicó su extrañeza al recordar que Aznar, para lograr los votos nacionalistas en 1996, dijo hablar «catalán en la intimidad», que el PNV de entonces alardeó de que «hemos sacado a Aznar en 14 días más que a Felipe González en 13 años», y que CiU resumió la negociación con un «hemos dado al PP la vuelta como a un calcetín».

Transparencia

La vicepresidenta clavó la última puya cuando señaló que la diferencia entre un pacto y otro es que los acuerdos de Aznar «no fueron transparentes», como ha confesado en un reciente libro el senador nacionalista Iñaki Anasagasti, quien asegura en su texto que el entonces líder del PP, en una reunión en la que también estuvo presente Rajoy, pidió al PNV que mantuviese en secreto la concesión de un segundo operador de telefonía para el País Vasco, que más tarde se convirtió en Euskaltel.

Rajoy, muy duro en su discurso, dio a entender que el pacto con los nacionalistas no tenía nada que ver con los Presupuestos, que escondía un «engaño» del Gobierno a los españoles y exigió que Zapatero explique qué ha pagado a vascos y canarios porque «es un misterio».

El líder popular, que volvió a reclamar elecciones anticipadas como la única solución para España, se lamentó de que se haya llegado al «agravio» que suponen los pactos solo para que «Zapatero pueda alargar el otoño de su decadencia durante doce meses», pero insistió en que los españoles ya han decidido el cambio político y que «lo harán en cuento se les permita decidir». «El Gobierno no tiene ninguna credibilidad y no genera confianza», indicó.

El portavoz del PP rechazó la comparación del acuerdo actual con el cerrado por Aznar porque aquel, dijo, fue «un pacto de investidura público y transparente, que se pudo leer», y «yo no he leído el suyo, ni sé si se ha engañado a los españoles». Se dirigió a los nacionalistas para decirles que lo único que han hecho es contribuir «al epitafio de la política económica de Zapatero, la consagración de su fracaso y la certificación del empobrecimiento de España», al tiempo que dio entender que su partido, pese a todo, no retirará el apoyo al 'lehendakari' en Euskadi e ironizó con que es «paradójico que Patxi López -muy debilitado por el pacto con el PNV- pueda esperar más lealtad del PP que de Zapatero».

Salgado mantuvo en su réplica que el enfado de Rajoy reside en que el pacto servirá para rechazar todas las enmiendas de devolución de los Presupuestos al Gobierno, para aprobar las cuentas en diciembre y porque le rompe su único programa político, que es «no proponer nada, no decir, no hacer», en espera de que la crisis empeore y le lleve hasta la Moncloa. «Usted es incapaz de hacer un ejercicio de responsabilidad como sí hacen las oposiciones de otros países, usted no se moja en los temas porque cuando se moja se ahoga», concluyó la vicepresidenta.

Rajoy rechazó la acusación y aseguró que a lo largo de todo el ejercicio han realizado decenas de propuestas para mejorar la economía y que si quieren que hagan más «dejen de vetar la discusión parlamentaria de nuestras enmiendas e iniciativas y cumplan las demandas que nos aprueba el Congreso», como la revalorización de las pensiones.

Nuevo plan de recortes

Salgado, en un terreno más técnico, dijo que el Gobierno está convencido de que las medidas de disminución del gasto e incremento de los ingresos que contienen los Presupuestos serán suficientes para lograr que el déficit del Estado se reduzca en 2011 hasta el 6%, pero, al tiempo, anticipó que está dispuesta a poner en marcha «sin vacilar» un nuevo plan de recortes «si llegara a ser necesario» para cumplir con este objetivo, como ya hizo el pasado mes de mayo.

La vicepresidenta cree, no obstante, que esta nueva vuelta de tuerca sobre el gasto público no será precisa porque sus previsiones son «realistas» y porque «hemos dejados atrás un año y medio de recesión y la recuperación empieza a consolidarse». Salgado señaló que el Ejecutivo, con su «rápida y valiente» política de reformas estructurales y de «obligada» reducción del gasto público», ya ha restablecido «la confianza (de los inversores) en la solvencia de la economía y las finanzas españolas» y que esta política «se va a mantener». Advirtió de que esta senda complicada de ajustes «no tiene marcha atrás» porque para asentar la recuperación y lograr la regeneración del empleo «no caben atajos ni esperar milagros, hay que reducir el déficit y completar las reformas», entre las que citó las del mercado laboral, la economía sostenible, la energía, la educación, la negociación colectiva y la «esencial» del sistema de pensiones.

La vicepresidenta indicó que los Presupuestos son «realistas», «austeros» y los únicos que sirven para «reforzar la confianza en nuestra economía», pero que, al tiempo, mantienen la «cohesión social», las prestaciones del Estado de Bienestar y la «protección a los más vulnerables». La nota de optimismo de Salgado llegó cuando dijo que a final de 2011 la economía española crecerá al 1,3%, al mismo ritmo que la europea, y que en 2013 España superará el dinamismo de la Unión Europa.

Arrimar el hombro

El PNV no tuvo oportunidad de replicar en el pleno a los reproches de Mariano Rajoy porque, en principio, la jornada estaba dedicada a aquellos grupos parlamentarios que habían presentado enmienda de totalidad. Aún así, el debate fue suficientemente ágil como para que diera tiempo a la intervención del portavoz canario, José Luis Perestelo, quien defendió la actuación de su partido. El diputado insular señaló que su partido se ha limitado a «actuar con responsabilidad y a arrimar el hombro para salir de la crisis».

Además, tachó las palabras de Rajoy de «demagogia barata y oportunista» y afirmó que sus críticas son la plasmación de que el PP se encuentra en «una titánica batalla por llegar a la Moncloa y antepone sus estrategias partidistas» a los intereses de los españoles.