Cristiano Ronaldo se queja de la entrada de un rival. :: EFE
MÁS FÚTBOL

El Madrid gana sin despeinarse

Dos afortunados goles de Cristiano y Özil en un minuto permitieron a los blancos vivir una noche plácida ante un Milan muy lento El Bernabéu fue un clamor contra Robinho, que apenas jugó veinte minutos

MADRID. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Es cierto que el choque suponía el primer examen serio del Real Madrid en este curso y, aunque lo superó con enorme solvencia, todo lo contrario que en tiempos de Pellegrini, tampoco se deberían extraer conclusiones precipitadas y exageradas. Más que nada porque fue un duelo con un arranque muy inusual, tan afortunado para los de Mourinho que será irrepetible. Un comienzo que permitió a los locales jugar a favor de corriente frente a un Milan en reconstrucción pero todavía viejo, incapaz de correr como exige la altísima competición y con un Ronaldinho caricaturesco, abrazado a su alabado 'Mou' cuando fue reemplazado por el abucheado Robinho.

También Ibrahimovic pasó por Madrid con más pena que gloria. Se le vio con poca tensión, reducida movilidad y escasa participación.

En plenos minutos de tanteo, cuando ya había quien reprochaba a los merengues por no imponer un alto ritmo de juego y dejarse contagiar por los lombardos, llegaron dos acciones consecutivas y decisivas. Cristiano lanzó mal una falta desde la frontal pero la barrera se abrió de par en par entre Ibrahimovic y Seedorf y vendió a Amelia, titular por la lesión de Abbiati. Un minuto después, el portugués combinó con Özil y el tiro del turco se envenenó tras golpear en un defensor. Es evidente que el juego del Madrid ha evolucionado en las últimas semanas pero, sobre todo, es una realidad que la suerte y el acierto han cambiado de forma radical.

Con todo a favor, el Madrid se equivocó por momentos. Nada de tocar y tocar, de manejar la situación con grandeza. Mourinho prefiere, y no le ha ido nada mal, regalar el dominio al adversario para matarle a la contra. Conoce muy bien al Milan pero dejar hacer a los 'rossoneri' entraña cierto riesgo. Igual que ofrecerles faltas innecesarias en las inmediaciones del área.

Fueron apenas veinte minutos de dominio pero los italianos gozaron de dos grandes ocasiones para meterse en el partido. Pero una falta de Pirlo se estrelló contra el travesaño y Seedorf envió al limbo un gran pase de Ronaldinho, casi el único detalle del brasileño. El que fuera mejor jugador del mundo ya deambula sobre el césped. Hace oídos sordos a las arengas de Gattuso porque, sencillamente, su descuidado físico no da para más.

Esas dos acciones sirvieron como aviso para el Madrid, que mejoró en el tramo final del primer período porque se asoció algo más.

No se sabe si fue por agotamiento italiano, por decisión de 'Mou' o por ambas cosas, pero el caso es que el Madrid controló a su antojo la situación en la reanudación. Ya no se dejó dominar y su fútbol tuvo continuidad, suficiente para poder golear. No lo hizo porque no fue la mejor noche de Higuaín ni de Di María. La exigente grada disfrutaba de una noche de lo más apacible y sólo se revolucionó para recordarle a Robinho su amor por las 'camisinha'.