San Antonio despeja los malos humos
CÁDIZ. Actualizado: Guardar«Apaga el cigarro que vamos a comer en Los Mellis». Justo en el medio de Muñoz Arenillas, entre dos locales de copas, Juan Sebastián Aragón, Chano, sirve hamburguesas junto a su hermano. Ninguno de los dos fuman y vieron en la primera ley antitabaco la oportunidad de sacar el humo de su local. «Tenemos siete carteles pegados en las paredes del establecimiento», explica y no se corta a la hora de advertir a aquel que se encienda un cigarrillo que en su restaurante no se fuma.
A las 11.30 llegó puntual, con pantalón negro y camiseta blanca, a la plaza Mina, punto de encuentro. Allí ya esperaba Inmaculada Segundo, profesora de San Felipe Neri, que vio como el tabaco le iba acortando la vida a su padre. Y Shane Fitch, de la asociación de pacientes de enfermos pulmonares Alfa-1, que dejó el norte en busca de climas más amables. Rubén Chegas, bailarín que trabaja en locales de copas, quiso acompañarlas en esta protesta. Y Encarni y Miguel, que vinieron desde Málaga, y Ubaldo, que los coordinaba a todos con el megáfono y una decena más de voluntarios que se unieron a la protesta contra los malos humos organizada por nofumadores.org. Justo en el centro de la plaza recibieron las instrucciones para escenificar un 'flash mob', una concentración espontánea, para reivindicar una ley efectiva. La que entra el próximo 1 de enero, que ya trae de cabeza a la mayoría de los hosteleros de la provincia.
Una vez reunidos, corrieron hacia San Antonio y justo en el centro, desplegaron la pancarta antitabaco y escenificaron la muerte de cada uno de los colectivos representados al sonido de las campanadas de las doce. Uno a uno fueron cayendo el camarero, la madre, la profesora, el bailarín, el hijo y hasta la abuela. Todos fumadores pasivos. Megáfono en mano, Ubaldo Cuadrado, rechazó la puesta en marcha de la ley sin seguimiento y con el riesgo de que se cumpla a medias como ha venido ocurriendo. Explicó que muchos locales obligados a hacer una separación no respetan la norma. «Las puertas que separan los espacios quedan abiertas y dejan menos del 70% para los no fumadores».
Encarni Luque y Miguel Millán asintieron. Llegaron desde Málaga con sus hijos para no perderse la convocatoria. En la familia sufren problemas de asma y tienen claro que van de defender su derecho a respirar un aire limpio. Cuenta Encarni que participan en foros y colaboran con asociaciones desde hace años. A poco menos de tres meses para que la nueva ley entre en vigor, consideran que aún queda mucho por hacer.
Chano Aragón recalcó que «todas esas previsiones catastrofistas de que un local puede cerrar si se prohibe fumar dentro no son reales». Cuando ellos lo hicieron no perdieron clientes, incluso se ganaron otros porque había más rotación de personas.
Rubén Chegas también trabaja en locales de noche como bailarín. Aseguró que le resulta realmente agotador cuando hay tanto humo. «En ningún momento se ha pensado en el trabajador», lamenta.