Un 'robaescenas' genial
Con solo asomar por la pantalla atraía la atención del espectador y eclipsaba muchas veces a los actores protagonistas
BILBAO. Actualizado: GuardarHay actores con los que uno ha convivido a lo largo de casi toda su vida. El ahora fallecido Manuel Alexandre es uno de ellos. Considerado a menudo un actor de segunda fila, el humilde Manolo forma parte, por derecho propio, de la historia del cine español. Porque, desde su primera película, 'Dos cuentos para dos' (1947), hasta su última aparición en la gran pantalla, 'Pretextos' (2008), más de 60 años de trabajo ante las cámaras y más de 300 películas certifican de forma inequívoca la fecundidad de un artista de cuerpo entero, al que directores como Luis García Berlanga ('El verdugo'), J. A. Bardem ('Calle Mayor'), Mario Camus ('La cólera del viento'), José Luis Sáenz de Heredia ('Historias de la televisión'), José María Forqué ('Atraco a las tres'), Fernando Fernán Gómez ('La vida por delante'), Jesús Franco ('La muerte silba un blues'), el donostiarra Javier Aguirre ('La guerra de los niños'), el portugalujo Jesús Yagüe ('Préstame tu mujer') y José Luis Cuerda ('El bosque animado'), entre otros, supieron extraer todo su jugo interpretativo.
Y, como no podía ser de otro modo, participó en múltiples repartos de comedias y comedietas de diferente signo en plena apoteosis del landismo y del cine de destape, en el que hay de todo, como en botica. Sin embargo, la discreta vena humorística de Alexandre y su demostrada versatilidad le permitieron abordar todos los estilos y géneros cinematográficos en una carrera que, hoy en día, se nos antoja irrepetible. Artista modesto, contenido en la expresión, sutil en el despliegue de sentimientos encontrados, sabiendo siempre doblegarse ante el peso de la experiencia, de la edad, de la comedia o de la tragedia con habilidad de virtuoso, Manuel Alexandre creó escuela.
Por lo general, en los obituarios no se presta la debida atención a los actores llamados un tanto despectivamente secundarios. Sin embargo, en el cine, todas las naciones han exhibido en sus elencos artísticos actores y actrices de reparto de primera categoría. En Hollywood, por ejemplo, quién no recuerda nombres de tanto prestigio como Robert Ryan o Thelma Ritter. En Francia siempre se ha respetado a profesionales del calibre de Françoise Fabian o François Perier. En Italia son leyenda gentes como Mario Carotenuto o Tina Pica. Y en el Reino Unido, tanto Lois Maxwell como Cecil Parker, son nombres reverenciados.
Tal es el caso de Alexandre, un comediante de aspecto apocado y dicción impecable, que lo situaron entre los mejores actores de composición de nuestro país. Porque, de una película a otra, de un papel a otro, daba lo mejor, al tiempo que se convertía en un 'robaescenas' genial. Hablando claro, bastaba que asomara en la pantalla para atraer hacia sí la atención del público, con independencia de que no fuera el protagonista. Porque todos los personajes parecían escritos a su medida. Y no era así. Fue un todoterreno, de esa casta singular de actores atípicos, que hacían las cosas de un modo personal e intransferible. Así pues, descanse en paz este inolvidable actor de reparto, que atesoraba un irónico sentido del humor, pero que también fue capaz de hacer creíbles, y en todo caso atrayentes, personajes acechados o asolados por la locura, la avaricia o la tentación de lo peor. Y que, por supuesto, siempre supo conservar su imagen de hombre íntegro y lleno de dignidad.