Fiesta de unidad
La expresión libre de críticas obliga también a preservar el respeto institucional
Actualizado: GuardarLa Fiesta Nacional permitió ayer rendir un justo homenaje de reconocimiento tanto a los nueve países iberoamericanos que celebran el bicentenario de su independencia como a los militares españoles desplegados en misiones internacionales. La vivencia del Día de la Hispanidad ha experimentado cambios a lo largo de estas tres décadas de democracia, especialmente en cuanto a su percepción ciudadana, hasta convertirse en una jornada de asueto presidida por un desfile militar y una recepción en el Palacio Real. El encuentro protocolizado entre los poderes del Estado constitucional y la representación de Gobiernos aliados bajo la presidencia de los Reyes confiere al momento una especial solemnidad, que se vuelve más sentida cuando, como ayer, se recuerda a quienes a lo largo del año transcurrido perdieron su vida al servicio de los españoles. Por todo lo cual no parece el marco idóneo para exteriorizar discrepancias, y mucho menos para dar rienda suelta a la animadversión que determinadas personas pueden sentir hacia el Gobierno o hacia su presidente. Se trata de preservar espacios de unidad y concordia junto a la libre expresión de desavenencias y críticas, por lo que los ciudadanos que aprovecharon el desfile de ayer y sus momentos de silencio para abuchear al presidente Rodríguez Zapatero debieron abstenerse de actuar de ese modo. Y nadie tendría que sentirse satisfecho por lo ocurrido. El desagrado que ante tales hechos mostraron el Rey y el Príncipe de Asturias en la recepción de la tarde permite recordar que los actos institucionales referidos no son de partido, ni siquiera de Gobierno, sino que representan al Estado democrático; y que los máximos responsables de este encarnan una legitimidad constitucional que en tales circunstancias no debe ser violentada, ni siquiera verbalmente, desde la contestación política, y mucho menos desde la nostálgica creencia de que Rodríguez Zapatero no tendría que estar allí. Como resulta deplorable que el régimen de Hugo Chávez continúe con su provocación hacia España, alegando que la ausencia de la bandera venezolana en el desfile de ayer se debió a una «indisposición del abanderado».