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Chile se conmueve con sus mineros
Familiares, autoridades y 1.600 periodistas aguardan con ansiedad el rescate de los 33 atrapados
Actualizado: GuardarNadie duda de que el largo proceso de rescate de los 33 trabajadores chilenos que han permanecido atrapados a setecientos metros durante casi setenta días ha marcado un hito en la historia de la minería mundial. Consciente de ello, el presidente Sebastián Piñera se trasladó ayer hasta el yacimiento San José para no quedar al margen de un desenlace seguido con expectación en todo el planeta. Un total de 1.600 periodistas están acreditados en el campamento San José. Cuatro fueron asistidos ayer en el hospital de campaña por cuadros de presión alta y otras dolencias. El nerviosismo de las autoridades, de los operadores del salvamento, de las familias y hasta de los informadores, no alcanzaba a los técnicos que horadaron el túnel y que trabajaron contrarreloj para tener lista una rampa de aterrizaje para la cápsula que va a llevar de vuelta a la superficie a los atrapados.
«Estamos tranquilos pero ansiosos», era el mensaje enviado por los mineros. El psicólogo, Alberto Iturra, confiaba en ellos. «Están preparados mentalmente, incluso para que falle el rescate», anticipó. Pero añadió que si todo culmina con éxito, tal como está planificado hasta el último detalle, «será un nuevo nacimiento para ellos». Todos saben que esta larga y penosa experiencia, con muchos momentos dramáticos, ha supuesto un duro aprendizaje y el último reto de volver a ver la luz es el que ha generado mayor ansiedad.
El ministro de Minería, Laurence Golborne, prometió que para esta pasada madrugada ya habría algún minero rescatado. El operativo completo de izamiento de los 33 se demorará al menos dos días. La cápsula de salvamento, que lleva incorporado un sistema de audio y vídeo, les irá subiendo de uno en uno. Solo una de las tres cabinas diseñadas se utilizará para sacar a todos. La jaula, que tiene un arnés para sujetar al ocupante, asciende a una velocidad de un metro por segundo y debe recorrer unos 630 metros hasta la superficie y volver a bajar en busca del siguiente minero. El primer ascenso se preveía el más lento porque había que recoger información del estado de la roca en cada tramo.
El operativo final se programó casi como un final de película. Ante la inminente aparición de cada minero se encenderá una baliza durante un minuto en el campamento y sonará una sirena. Serán las señales para alertar a los médicos de que deben estar listos para asistir al rescatado próximo a salir. Los rescatados permanecerán en un hospital de campaña unas dos horas, donde pasarán una revisión y podrán recibir a dos o tres familiares. Desde allí se trasladarán en helicóptero en grupos de cuatro hasta el centro sanitario de Copiapó.
Contacto con la prensa
Los trabajadores cuestionaron este planteamiento porque querían esperar junto a la boca de la mina hasta que salga el último. Pero ya advirtió Golborne de que por razones médicas y técnicas no podrán tenerles a todos esperando porque eso atrasaría luego el traslado. El ministro no descartó que algún minero pida hablar con la prensa. Golborne explicó que si quieren y los médicos lo permiten, el contacto será posible en los momentos posteriores a su salvamento.
Una vez controlados y dados de alta, los rescatados deberán seguir un tratamiento de atención médica y psicológica durante al menos seis meses, adelantó el ministro de Salud, Jaime Mañalich. Los expertos sostienen que ante un trauma como el que han sufrido no se descarta que aparezcan dificultades para conciliar el sueño, alteraciones de conducta, estados depresivos y dificultades de adaptación a la vida en familia, entre otras múltiples secuelas que podrían manifestarse pasado un tiempo. Las familias lo saben, pero algunas prefieren pensar en las fiestas multitudinarias, homenajes, paseos y viajes que les esperan.
El accidente que sepultó a los 33 mineros en la explotación San José ocurrió el 5 de agosto y durante los primeros diecisiete días permanecieron sin contacto con el exterior ni vías de escape y con una cantidad mínima de alimentos y agua que debieron racionar para sobrevivir. Desde entonces el gran desafío fue mantenerles vivos y en forma.