Venezuela da plantón a España y no envía su bandera al desfile
La embajada comunicó una hora antes a Defensa que su abanderado se encontraba indispuesto
MADRID. Actualizado: GuardarNo apareció. El abanderado que debía haber participado en nombre de Venezuela en el desfile militar celebrado en Madrid con motivo de la Fiesta Nacional dio plantón en el último minuto a las autoridades españolas. El Gobierno de Hugo Chávez avisó al ministerio de Defensa apenas una hora antes de que dieran comienzo los festejos en el Paseo de la Castellana de que su representante tendría que ausentarse con una excusa poco alambicada. Según la embajada venezolana, había amanecido «indispuesto». Tampoco el embajador del país caribeño en España, Isaías Rodríguez, acudió a la recepción posterior en el Palacio Real. Oficialmente, se encontraba fuera del país.
El incidente habría sido una mera anécdota de no ser porque desde hace ya varios meses las relaciones entre España y Venezuela se han visto alteradas por la investigación judicial del supuesto entrenamiento de terroristas de ETA en suelo venezolano y los testimonios que apuntan, además, a que estos pudieron contar con la connivencia del Ejecutivo bolivariano. Por eso, y porque Chávez es amigo de polémica y en sus discursos populistas nunca desaprovecha la ocasión de introducir soflamas a lo que aún considera vestigios del imperialismo español en América Latina.
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero sabía que haber invitado a este país al desfile, con motivo de los bicentenarios de sus declaraciones de independencia, podía causar controversia. Así se lo confesó el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, al titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, mientras ambos presenciaban la parada militar. No sabían entonces que el portador de la bandera de Venezuela no marcharía junto a los otros ocho países iberoamericanos convocados, según contó el propio responsable de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en una charla informal durante la recepción ofrecida por Don Juan Carlos en el Palacio Real.
Hubo, efectivamente revuelo, aunque no por las razones que el jefe de la diplomacia española había imaginado.
Ataque a los medios
La embajada venezolana remitió un comunicado a primera hora de la tarde en el que acusó a los medios de comunicación de intentar buscar «diferencias políticas, culturales o diplomáticas» en todo lo ocurrido con la ausencia de su abanderado y de tratar de «imponer la mentira y la falsedad para construir sus verdades».
En el mismo texto aseguraba que el Gobierno había sido informado «con suficiente anticipación» y no el mismo martes, como dijo el Ministerio de Defensa, sino el lunes, de los «imponderables» por los que Venezuela no podría estar presente en el desfile. «Nuestra ausencia no es en ningún caso atribuible a malestar alguno en las relaciones bilaterales como insinúan los medios españoles, que tienen a Venezuela y al Gobierno del presidente Chávez en la mira de sus fusiles mediáticos», recriminó la embajada.
Las autoridades venezolanas afirmaron además que las relaciones bilaterales «nunca han sido tan excelentes como en este momento». El Gobierno, que se mueve con pies de plomo para no indisponer a Chávez contra España y no dañar los importantes intereses económicos en el país caribeño, eludió pronunciarse.
El Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general José Julio Rodríguez, fue en cambio bastante claro. A pesar de que intentó sobrevolar la polémica, no pudo evitar comentar en la recepción que la tarea del abanderado no es intransferible y que, en caso de enfermedad, cabe la posibilidad de sustituirlo por un compañero.
La historia no acabará aquí y va más allá del desplante de la Fiesta Nacional. Venezuela atendió ayer la petición del presunto miembro de ETA y funcionario del Gobierno venezolano Arturo Cubillas para designar a un fiscal que investigue su «supuesta vinculación» con ETA y las FARC. Cubillas solicitó además a la Fiscalía que aclare si los dos presuntos terroristas que declararon haber sido entrenados por él en Venezuela fueron sometidos a «torturas o cualquier otro tipo de coacción».