El cadista Pecci lo pasó mal para defender a Navarro. :: A. VÁZQUEZ
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Los problemas crecen

Cádiz B, más serio en defensa que de costumbre y Puerto Real, sin puntería como siempre, no logran enmendarse

PUERTO REAL. Actualizado: Guardar
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Ni Ángel Oliva ni Sergio Moguer pueden estar satisfechos con lo conseguido ayer en el derbi que enfrentó al Cádiz B con el Puerto Real.

Los amarillos continúan sin encontrar solución a la mala racha que les viene persiguiendo en su feudo y los verdiblancos, ayer de morado, no son capaces de adivinar el camino para romper la maldición que los está condenando a sumar de empate en empate y a toparse con múltiples dificultades para perforar la portería contraria.

Eso sí, el partido de ayer fue intenso, como se esperaba, y a buen seguro que sirvió a los entrenadores para tomar muchas notas.

El del Cádiz B puede estar contento por un lado, ya que su equipo ganó enteros en la faceta defensiva. Aunque volvió a verse a un filial demasiado blando, atrás estuvo más concentrado y expeditivo.

Por contra, el del Puerto Real tendrá al menos la esperanza de que los suyos mueven con criterio la pelota, encuentran las bandas con velocidad y saben crear ocasiones.

Selu, por la derecha y Navarro, por la izquierda, fueron un incordio constante para la zaga cadista. Sergio Berro también dispuso de varias oportunidades, pero el delantero sevillano todavía no se ha quitado el vicio de pegarle en todas al muñeco.

Ricardo tuvo bastante trabajo aunque todo lo solventó sin contratiempos, como una falta directa de Navarro, un mano a mano con Berro, varios disparos de Selu o un cabezazo de Vicente en el minuto 89 que salvó como pudo.

Todo lo contrario que Isaac, que apenas fue testigo de excepción en un lanzamiento forzado de Lolo Armario que se fue a las nubes y otro que pudo atajarlo sin problemas o un disparo de Diego García que se fue también fuera.

Y es que está dando la sensación este filial amarillo de que sabe tocar muy bien la pelota y tiene muy buenos intérpretes del juego en la figura de hombres como Lolo Armario o Dieguito, incluso la astucia de Fran. Pero le ocurre asiduamente que cuando llega no sabe qué hacer con la pelota. Ayer los fantasmas de unos y otros volvieron a aparecer y las cosas se quedaron como estaban, es decir, con los dos conjuntos en tierra de nadie.