Opinion

Genocidas como nosotros

Que les pregunten a los bizantinos, y alrededores, cómo se las gastaban los embajadores de la catalanidad

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Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) le ha reprochado al todavía 'president' de la Generalitat, José Montilla, que acuda a la celebración oficial del 12 de octubre porque en su opinión de trata de la conmemoración de un genocidio. En su afán por desmarcarse de cualquier cosa que huela a español, el ultranacionalismo catalán hace tiempo que rebasó todas las fronteras del ridículo. Un ridículo, en ocasiones, bien oneroso para los propios catalanes, como los 4.000 millones de las antiguas pesetas que costará mantener una red de 'embajadas' en lugares donde no hacen ninguna falta ni resuelven problema alguno (no había ninguna en Mali ni en Mauritania, para prestar su ayuda a los catalanes secuestrados por Al Qaida del Magreb Islámico) pero donde en cambio es posible darle un destino apetecible a algún afortunado conmilitón.

Que la colonización de América causó mortandad entre los indígenas es un hecho tan cierto como secundario a los efectos de ponderar la relevancia de la empresa colombina. Todos los encuentros de civilizaciones, por aquella época, se ventilaban entre mandobles y matanzas. Que les pregunten a los bizantinos, y alrededores, cómo se las gastaban los embajadores de la catalanidad que allá por el siglo XIV, y soldada mediante, se personaron en su territorio y asolaron una buena parte de sus pueblos y ciudades. Pero a nadie sensato se le ocurriría decir que cualquier recuerdo que desde Cataluña se tenga para ellos lo es de una masacre o una exaltación de la milicia mercenaria. Y mucho menos sugerir, como en el fondo subyace en el exabrupto de ERC, que tales actividades caracterizan a los catalanes.

Mal que les pese (y vaya si les pesa), después de aquel descubrimiento, además de causar algunas muertes, se levantaron ciudades como Lima o México, mucho más imponentes que las de la propia metrópoli (Castilla y Aragón, y por tanto Cataluña, incluidas), se fundaron universidades que aún perduran y se logró que cientos de millones de personas adoptaran el castellano como lengua. Ello nos proporcionó uno de los mayores activos que tenemos los españoles como pueblo, y del que es legítimo que nos sintamos orgullosos, porque mucho después de que dejaran de estar sometidos al poder colonial, todos esos pueblos siguen expresándose en este idioma, por voluntad propia y cifrando en él buena parte de su identidad y autoestima.

Algunos creemos que los catalanes, que sostuvieron con su esfuerzo y talento a la España que alcanzó ese logro, bien pueden compartirlo y reclamarlo como suyo. Pero si los de ERC sienten de otro modo, que no hagan estos alardes grotescos para devaluarlo. Piensen mejor en qué están contribuyendo, ellos, ahora que además están en el Gobierno, a engrandecer esos países catalanes a los que dicen representar. Porque hay alguna duda que disipar al respecto.