Mari Carmen Vela Sánchez, esposa del brigada de Infantería de Marina Francisco Baena, actualmente en El Líbano. :: ANTONIO VÁZQUEZ
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«Es duro ser militar; pero es más duro aún estar casada con uno»

Durante el Día de la Hispanidad, las familias de soldados gaditanos en el extranjero siempre tienen un recuerdo especial para ellos

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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En la prensa dicen que España enviará pronto tropas al extranjero, y al poco tiempo hay un infante de marina, con base en la provincia, patrullando las calles de Marjayún, en El Líbano, abriendo viales en Puerto Príncipe, o escoltando buques del Programa Mundial de Alimentos en el Golfo de Adén. La ecuación es matemática. No falla casi nunca.

Hoy es el Día de la Hispanidad (antiguamente de La Raza). El Ministerio de Defensa, aprovechando que el desfile militar al que asiste la Familia Real es uno de los momentos en los que el Ejército logra llamar la atención (para bien) de los españolitos de a pie, ha ideado una campaña televisiva en la que insiste en la faceta humanitaria de las misiones y subraya su labor como garantes de la paz en zonas de conflicto. No deja de ser publicidad, aunque bienintencionada, y en los 'spots' no se ven minas en las cunetas, ni africanos escuálidos, hartos de pasta base, que tiran al voleo con sus AK-47. Puede que los soldados se dediquen a restablecer el suministro de agua tras un terremoto, pero no dejan de ser soldados. Lidian con el peligro y se juegan la vida. En Beirut, en Haití o en Somalia.

Detrás de cada uniforme hay una historia, orgullo y miedo, familias que comparten y padecen la vocación del hijo, del padre, del hermano o del marido, e intentan no pensar demasiado en la parte espinosa del asunto. Mari Carmen Vela Sánchez, 40 años, nacida en San Fernando, es una de esas mujeres que ha tenido que aprender a esperar. Su esposo, Francisco Baena, brigada de Infantería de Marina, se marchó al Líbano el 8 de agosto. No regresará hasta el 20 de diciembre. Justo para Navidad. Ya se fue una vez, a Bosnia, hace una década. «Es un hombre pacífico, pero le encanta la acción», cuenta Mari Carmen.

Tienen dos hijos, Álvaro y Javier, de trece y seis años. Francisco, que lleva encima una largo currículum de entrenamientos y maniobras, tuvo que explicarles que, esta vez, la ausencia sería algo más larga. Cinco meses. «Yo siempre digo que la vida del militar es dura, pero más duro es estar casada con uno», mantiene María. «Porque a ellos les gusta lo que hacen. Lo sienten dentro. Les llama la vocación. Nosotras, que somos conscientes de lo que implica llevar un uniforme, lo respetamos, apoyamos su trabajo, nos sentimos orgullosas, pero también sufrimos mucho». Es lo que Alicia García Paño, novia de uno de los marineros que participó en la misión de la 'Fragata Victoria' en el Índico, llama, medio en broma y medio en serio, «el primer daño colateral».

Dos veces sola

«Una no se queda completamente tranquila hasta que no lo abraza en la dársena del puerto. Por mucho que hables con él casi a diario, por mucho que intentes convencerte de que eso es lo que te espera durante buena parte de la vida que llevaréis juntos, a la distancia no te acostumbras nunca. Al menos no del todo». Alicia admite que lo pasó mal, «pero también era la primera vez, y dicen las veteranas que después la ansiedad se reduce».

Mari Carmen explica, «aún a riesgo de ponerse tierna», que lo peor son las tardes y las noches. «Cuando acuestas a los niños, y te quedas tranquila, y esa ausencia se nota el doble. Es como estar sola dos veces. Durante el día vas de aquí para allá, y lo echas de menos, pero antes de dormir es muy, muy duro». «Al final, el secreto es que yo lo quiero y él me quiere. Así se aguanta todo».

Soldados gaditanos luchando contra la piratería en Mogadiscio; pilotos gaditanos en el destacamento Orion, adscrito a la vigilancia marítima del cuerno de Somalia; infantes de marina gaditanos en El Líbano.... Y atrás queda la misión del 'Castilla', las tareas de apoyo a la población local y a las autoridades civiles de Haití; y el destacamento sanitario de la USANEMB, que atendió a 20.000 personas en la isla, justo después de la catástrofe...

A María le consuela la ilusión del reencuentro. «Quedan, exactamente, 69 días».