SOMOS DOSCIENTOS MIL

A VUELTAS CON LA FERIA 'OUTLET'

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Prometo, amables lectores, que con la columna publicada el pasado domingo bajo el título 'El perro del hortelano', ninguna polémica pretendía crear. Al fin y al cabo éste es mi recuadro de opinión, y quien lo lee puede o no estar conforme con su contenido, pero debe respetarlo en cualquier caso. Esta columna no ofrece la línea editorial del periódico, no transcribe ningún tipo de consigna o ideología limitándose, como debe ser, a reflejar las opiniones de quien estas líneas escribe.

Tan es así, que la columna la redacto en casa cuando me apetece. La remito por correo electrónico a la redacción de La Voz, horas antes de que se envíe a imprenta, y juro por mi honor que en cuatro largos años que llevo opinando en este medio (desde el 4 de abril de 2006 para ser exactos), nadie del periódico, nadie del grupo editorial, nadie de Vocento, jamás me ha limitado, coartado, suprimido o rechazado texto alguno. Es sólo una columna de opinión, y punto. Pero lo que en modo alguno podía esperar era que mis humildes pareceres provocaran reacciones tan airadas y a la vez tan dispares. Así, mientras que el presidente de Asunico, don Manuel García, ha sido todo amabilidad y dialogo a la hora de contactar personalmente conmigo, exponiéndome los motivos por los que su asociación se ha opuesto a la meritada feria, recordándome incluso que ellos mismos debieron suspender otra convocatoria similar ante las presiones de Acoje. Tal actitud que le honra y agradezco, contrasta abiertamente con la del otro presidente del comercio del centro, don Fernando García, quien ha hecho uso de la tribuna que le brinda este medio, publicando una extensa carta contra mi columna de opinión.

En modo alguno voy a valorar el contenido de dicha réplica, pues el señor García (don Fernando) utiliza su legítimo derecho a expresarse libremente, como yo hago cada domingo. Sin embargo, deberán comprender que rechace expresiones inexactas y, menos aún intromisiones en mi vida privada.

Señor García, no frivolizo con el comercio jerezano. Muy al contrario, lo respeto tanto que lamento profundamente la situación en que se halla inmerso. No obstante resulta inaceptable que su carta se titule «Réplica del comercio jerezano», pues asume una representación que nadie le ha otorgado. El comercio jerezano no se acaba en Doña Blanca; incluye también los comerciantes de Icovesa, Princijerez o San Telmo, que son comercio jerezano discriminado con respecto al del centro. El simple hecho de que en Navidad se instale en las calles céntricas un alumbrado extraordinario, con cargo a presupuestos municipales, es una forma de discriminar a quiénes también son padres de familia y abren sus rejas cada mañana.

Tampoco falto a la verdad: algunos comerciantes de Acoje, cuyos datos omito por simple ética profesional, me confirman las presiones recibidas para no acudir a la meritada feria. Es de cajón. Una asociación no puede permitirse protestar contra un evento al que acuden sus socios y ahí, entenderá, que las formas de coacción son tantas y tan variadas, como pueda elucubrar la imaginación del ser humano.

Tampoco me disculpo pues a nadie ofendí y menos aún llamé perro. Lamento que el uso del símil literario, extraído del refranero popular y refrendado por Lope de Vega, lo entienda usted como insulto. Es más, ni siquiera tengo el gusto de conocerlo, ignorando incluso cuál pueda ser el comercio que usted regenta.

Querría extenderme más, pero entraríamos en disquisiciones legales, y creo que el tema está en manos de la administración competente que será, en definitiva, quien valore la legalidad o no de la convocatoria ferial. No obstante sería ilógico que la misma fuera ilegal en Jerez, cuando obtiene todas las bendiciones legales en cualquier otro punto de Andalucía.

Y poco más, pues esta columna llega a su final, no obstante, ello no me impide decirle que lo que, en modo alguno admito, es su referencia a un familiar directo mío. Entienda que eso es imperdonable pues supone, de un lado, que usted me considera carente de criterios o fuentes propias de información (14 años haciendo radio y 26 como Abogado dan para mucho), y de otro, que se entromete abiertamente en mi vida privada, lo que simplemente es inaceptable. Así que le reitero mi consejo del domingo anterior. Déjense de boicotear la iniciativa privada (los consumidores lo agradecemos), y pónganse las pilas para relanzar urgentemente al comercio del centro de Jerez. Como quiera que al final es el pueblo soberano quien quita o da la razón (cosas de la democracia), las colas hasta la Avenida de ciudadanos deseosos de acceder al interior de la feria, me indican que, por una vez, no debo de estar muy equivocado.