Treinta minutos en la caldera
Es el otro show de la Fórmula 1 donde se puede saludar a numerosas celebridades, ver el Ferrari de Alonso o pisar la línea de meta La formación de la parrilla supone un estrés total de 500 personas y 24 coches
SUZUKA (JAPÓN). Actualizado: GuardarSi el cordón de seguridad no lo impide, en la caldera es posible saludar a Naomi Campbell, Mick Jagger, Samuel Eto'o o Hugh Grant. Se puede colocar la nariz a dos metros del Ferrari de Alonso, del Red Bull de Webber o del Toro Rosso de Alguersuari. Se puede palpar el asfalto, pisar la línea de meta y los más atrevidos, arrimarse para la foto con la imponente novia de Lewis Hamilton, Nicole Scherzinger. Eso es el otro show de la Fórmula 1, su leyenda de la pompa y el glamour. Pero cada domingo, pilotos, técnicos y coches componen un mosaico sin igual en la recta de meta. Los treinta minutos que preceden a cada carrera son lo más parecido a una caldera en ebullición. Quinientas personas y 24 bólidos concentran una sinfonía del estrés en trescientos metros.
La urgencia llama a los ingenieros de motor, cuya actividad se refleja en el sudor de sus frentes. Hoy en Suzuka, mañana en Corea, pasado, en Brasil, su preocupación es casi siempre la misma. Como la Fórmula 1 vive en el verano perpetuo, siempre a salto de continente en busca del sol, su objetivo prioritario durante los primeros minutos reside en refrigerar los propulsores.
Es la imagen habitual. Los mecánicos de cada escudería provistos de potentes ventiladores e ingentes cantidades de hielo tratan de rebajar la temperatura de los monoplazas. Lo normal es que el calor del motor se eleve a 130 grados y casi siempre los operarios consiguen reducirlo a 60 antes de la carrera. Es el momento del frenesí. Afanosos mecánicos van y vienen de un lado a otro.
Estudiosos ingenieros controlan los parámetros de su negociado y espían los entresijos de los coches enemigos. Aparecen los fisioterapeutas personales de los pilotos. Los jefes de los equipos supervisando todo. Asoman luminosas las azafatas que portan los carteles. Periodistas y fotógrafos acreditados con la chapa pata negra, 'of course' (por supuesto), buscan las últimas impresiones y gestos. Y es el momento de las celebrities, claro, el instante para el atuendo último grito y la foto de rigor.
Mientras las manecillas caen como una losa sobre los empleados de los equipos, la contrarreloj continúa. Últimos retoques, últimas conversaciones, últimas entrevistas. Los mecánicos sudan tinta para evitar que la temperatura de los neumáticos oscile más allá de lo ideal en una salida: 100 grados. Las mantas térmicas hacen su trabajo.
Imprevistos
Es un pánico ordenado, sobre todo para los ingenieros que supervisan toda la labor. Más que solucionar problemas de última hora, su actividad mental se fija en los intangibles, los imprevistos. Esquivar cualquier posibilidad de que haya una fuga de aceite, un problema electrónico, etc. Si esto llega a acontecer, deben actuar rápido, antes del gong.
Son operaciones sincronizadas que se repiten en el tiempo y que se manejan con una habilidad alucinante. Y luego está el espionaje y el contraespionaje. Ya casi terminada la temporada, los mecánicos de Red Bull siguen colocándose detrás del alerón trasero de sus coches para evitar que sus rivales controlen el nivel del altura del monoplaza. Eso o vaya usted a saber qué pretenden con ello. Maniobras que tienen fecha de caducidad. Duran veinte minutos, ni un segundo más, ni uno menos. Cuando faltan diez minutos para el comienzo de cada gran premio, suena la bocina de la fábrica. Un estruendoso aviso indica que se procede a la evacuación. Todo el mundo, salvo los pilotos, tiene que abandonar la recta de meta. Y todos los coches tienen que estar ubicados en la posición que se ganaron -salvo en Suzuka, con su clasificación para hoy- el día anterior.
Tres minutos antes de la descarga de adrenalina de la salida, cada coche debe descubrir la manta que tapa los neumáticos. Y sesenta segundos antes, los pilotos proceden al encendido de los motores. Un minuto más de estrés y se acabó. Cuando se enciende el semáforo rojo, se cierra un episodio y se abre otra película. Carretera y pista para los 24 pilotos.