Dos turistas pasean por una de las calles principales de Los Caños de Meca. :: A. VÁZQUEZ
Ciudadanos

La 'omertá' de Los Caños

Los negocios de varios de los detenidos, como el restaurante La Farola o el chiringuito Saboy, siguen con su actividad habitual tras el verano La urbanización, salpicada de nuevo por una redada policial antidroga, guarda silencio sobre lo ocurrido

BARBATE. Actualizado: Guardar
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Llegar a Los Caños de Meca es como detener el tiempo. Una de las urbanizaciones costeras más singular es de la provincia es un sitio diferente. A medio camino entre la naturaleza salvaje y la edificación incontrolada, este paraíso ubicado en el término municipal de Barbate se ha desarrollado de forma vertiginosa desde el 'boom' hippy de los setenta. En estos días ha vuelto a ser noticia por las ramificaciones de la operación 'Espuela Nueva', una redada contra el tráfico de drogas y su presunta trama de blanqueo de dinero, que se ha saldado con la detención de varios conocidos empresarios de la zona.

Llegar a Los Caños y preguntar por este suceso no es tarea sencilla. La mayoría de residentes no quiere hablar, unos porque son familiares directos de los apresados, y otros porque los conocían y trataban a diario. Desde Zahora hasta el cruce que desvía a los coches para no allanar La Breña, frente a La Jaima, casi todos esquivan las preguntas.

La urbanización, en octubre, parece aletargada tras un verano vertiginoso. Pero el operativo policial llevado a cabo en sus entrañas hace una semana no se ha olvidado. «Sabíamos que era algo gordo, pero no imagínabamos ésto», explica un vecino, que se dispone a cortar el césped de su domicilio y que recuerda a este medio que «aquí todo el mundo se conoce», dando por sentado que no va a hacer ningún comentario más.

En la calle se respeta el pacto de silencio, aunque queda claro que saben mucho más delo que dicen. «Con apenas dos meses buenos de turismo hay criaturitas que tienen que buscarse la vida. Pero no han trincado al pez grande; ese sigue suelto». Juan (nombre ficticio) de un vecino que reside en la zona desde hace una década, nos da la pista de lo que ocurre.

La 'omertá' gaditana de Los Caños es tal que incluso el paso de una furgoneta conducida por un joven con aspecto desaliñado hace apartarse a Juan del periodista y el fotógrafo. Lo que brilla en sus ojos no es miedo; solo preocupación y cautela para no parecer un soplón.

Apenas a unas calas más arriba, un imponente edificio blanco recibe a los visitantes. Se trata de los apartamentos Los Caños, propiedad de Ramón R.A., uno de los detenidos, y presunto cabecilla de la organización desmantelada, que ahora mismo regentan sus dos hijos. El emporio de este personaje se reparte entre supermercados, casas de alquiler y otras inversiones aparentemente legales.

Mientras cuatro de los cinco empresarios detenidos están en prisión, la vida sigue igual (o casi), en Los Caños. Medio centenar de turistas se apean de dos autobuses para que el guía les explique las excelencias del tómbolo de Trafalgar; un chico joven con rastas se baja de su furgoneta fumando un porro. Ni se miran.

Ahora que los campings permanecen mudos y los pocos establecimientos que siguen abiertos apuran sus últimas comandas, es hora de seguir preguntando por las reacciones al operativo policial. «Yo no he tenido nunca nada que ver con ese tipo de gente. No es lo mismo trapichear con hierba que con polvo blanco», asegura una vecina de Zahora que prefiere el anonimato.

Esta mujer da, casi sin quererlo, otra de las claves del despliegue de la Udyco. El consumo y venta de hachís es habitual y hasta consentido. Pero la cosa cambia cuando se trata de cocaína. «Para nosotros ha sido un sorpresa. Conocíamos a Paco (propietario del restaurante La Farola, y uno de los detenidos); no esperábamos que andara metido en eso que cuentan los periódicos».

Este conocido restaurante, como el chiringuito Saboy ubicado a pocos metros de la playa de La Mangueta, siguen abiertos. En Los Caños todos se conocen. Allí residen de manera habitual un millar de personas, cifra que se multiplica por treinta en verano. Pero nadie habla. Es la ley del silencio que impone esta mafia gaditana.