Jones saluda a su sucesor flanqueado por Obama en su ceremonia de despedida. :: EFE
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El consejero de Seguridad de EE UU abandona el Gobierno humillado

James Jones nunca contó del todo con el apoyo de la Casa Blanca y ve cómo es relevado por su segundo con el que no se llevaba bien

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Nadie en España sentía ayer más la dimisión del consejero de Seguridad Nacional de Barack Obama, James Jones, que el rey Juan Carlos I, ya que perdía con él su mejor conexión con la Casa Blanca. Jones, que había sido invitado al palacio de Marivent cuando era secretario general de la OTAN, le devolvió el favor arreglándole un almuerzo con el presidente demócrata en febrero pasado, que sirvió para reforzar la figura del monarca.

Ése era el mayor activo del general retirado de cuatro estrellas y un brillante historial en la escena internacional. Era capaz de coger el teléfono y llamar personalmente a los líderes del mundo con los que otros cargos de la Casa Blanca intentaban cerrar acuerdos, pero nunca le vieron como uno de los suyos. La prontitud con que el militar ha hecho oficial su decisión de retirarse después de dos años en el cargo, como ya le planteó al presidente cuando lo aceptó, ha sido interpretada por el héroe de Vietnam, comandante de los marines, como «la última humillación», según dijo uno de sus amigos en privado a la CNN. Amén de que la designación de su sustituto, Thomas Donilon, que era su segundo de a bordo, viene a ser una puñalada, porque los hombres de confianza de Obama tendían a saltarse a Jones para dirigirse directamente al que ahora le releva.

Si bien es normal que todos los gobiernos experimenten cambio a mitad de mandato, dada la intensidad de los trabajos, la dimisión del secretario de Seguridad Nacional que culmina una lista de pérdidas para el mandatario afroamericano ha puesto de manifiesto las guerras intestinas que se viven tras las caras sonrientes. Sobre todo en un momento en que el último libro del legendario periodista de 'The Washington Post' Bob Woodward ilustra esos entresijos. Según uno de los dos informadores que destaparon el 'caso Watergate' -por el que ganó un Pulitzer junto a Carl Bernstein- que acabó con Richard Nixon, Donilon es particularmente cercano al vicepresidente Joe Biden y al ex jefe de gabinete Rahm Emanuel, que pasaba de largo por su oficina para cerrar los asuntos con su segundo. «Yo soy el consejero de Seguridad Nacional. Cuando vengas por aquí ven a verme», le dijo irritado a Emanuel en una ocasión, cita Woodward en 'Las guerras de Obama'.

Rumores

Como buen soldado Jones trató ayer de enterrar esos rumores agradeciéndole al presidente y al 'número dos' la oportunidad de haber trabajado en su gobierno, y compartiendo el crédito de los logros con la persona que según la prensa detesta. «Nada de esto hubiera sido posible sin mi compañero de equipo y amigo Tom Donilon», agradeció.

Todo el mundo coincidía en que se respiraba alivio en la Casa Blanca por la partida de un hombre neutral, que había trabajado con demócratas y republicanos incluso mientras Obama se abría camino hacia la presidencia, motivo por el que nunca terminaron de confiar en él. Por contra, el secretario de Defensa, Robert Gates, tuvo que desmentir que el nombramiento de Donilon como nuevo asesor de Seguridad Nacional vaya a ser «un desastre», como le augura Woodward en su libro. Porque a diferencia de Jones, su sustituto no tiene buenas relaciones con los mandos militares y apuesta por diversificar la política exterior en vez de concentrarse en las guerras que se libran. «He disfrutado mucho trabajando con Jones y tengo una relación muy productiva con Donilon, contrariamente a lo que hayan leído», reiteró el jefe del Pentágono.