«Lo hemos perdido todo»
Los afectados por el vertido de lodo rojo no quieren regresar a sus destruidas casas y el Gobierno húngaro dice que la tarea de limpieza durará al menos un año
VARSOVIA. Actualizado: Guardar«No queremos volver a nuestras casas, porque lo hemos perdido todo», se lamentaban ayer los damnificados por el vertido de lodo tóxico que ha anegado tres condados del oeste de Hungría. «No queda nada. Acabamos de rehabilitar la casa, pero no podemos salvar nada», se quejan Ottila y Norbert, que viven en el pueblecito de Kolontár, arrasado por el lodo. Su vecino Barta es más rotundo: «No quiero volver a vivir aquí. He perdido una parte de mi casa, el coche y todos los muebles». Llorar es el único consuelo que les queda.
A 165 kilómetros al oeste de Budapest da igual donde se mire, el color dominante es el rojo y reina la desolación. El lunes un vertido tóxico de lodo rojo provocado por la ruptura de un depósito en la planta de aluminio MAL Zrt, situada cerca de la localidad de Ajka, sorprendió a mediodía a los habitantes de la zona. La catástrofe ecológica de mayor envergadura en la historia del país ha causado la muerte de al menos cuatro personas, seis desaparecidos y unos 120 heridos. El Gobierno de centro-derecha de Viktor Orban se vio en la obligación de decretar el martes el estado de emergencia en los tres condados.
Mientras el dolor se apodera del oeste del pueblo magiar, desde Budapest se anuncia que las tareas de limpieza del vertido de lodo tóxico de color rojo durarán al menos un año y costarán al erario público decenas de millones de euros, según dijo el secretario de Estado del Ministerio de Medio Ambiente, Zoltan Illés. El alto cargo admitió que Hungría necesitará ayuda técnica y financiera de la Unión Europea.
Los equipos de rescate, ayudados por numerosos voluntarios, luchan por impedir que el vertido llegue al río Danubio, el segundo más largo de Europa tras del Volga. Por ello, han iniciado obras de reconstrucción en varios puntos del afluente Marcal para frenar el avance del lodo. Según explicó la portavoz, Reka Becze, «una de las tareas principales es que deberíamos cerrar la brecha en el dique de la fábrica. La segunda la llevan a cabo los grupos de limpieza que retiran el fango rojo de las paredes de las casas y de las calles. La tercera cuestión clave es proteger las aguas, lo que requiere una intervención intensiva».
Busca de desaparecidos
Importantes contingentes de policías, militares, bomberos, equipos médicos y miembros de protección civil trabajan incansablemente en la búsqueda de los desaparecidos y no descartan que algunos hayan podido fallecer. Muchos habitantes de los pueblos afectados han sufrido quemaduras e irritación en los ojos provocadas por el plomo y otros elementos corrosivos presentes en el lodo tóxico.
Los grupos ecologistas creen que el Danubio podría quedar contaminada por el vertido dentro de cuatro o cinco días. Los verdes temen también que el lodo rojo pueda afectar gravemente a la fauna y la flora de la zona. De momento, el Gobierno Orban ha asegurado que indemnizará a los centenares de damnificados de los siete pueblos afectados y evitará que alguno de ellos se quede sin hogar este invierno, según declaró el primer ministro al diario 'Népszabadság'.
El jefe del Ejecutivo explicó que el siniestro no fue provocado por las intensas lluvias que han azotado el oeste de Hungría los últimos días, como apuntaron los investigadores en primer momento, sino que se debió a un fallo humano. Orban prometió que se llevarán a cabo investigaciones exhaustivas.
Según la sociedad MAL Zrt, que explota la fábrica de aluminio de Ajka, «todas las reglas de seguridad han sido respetadas». Pero los ecologistas cuestionan la versión y afirman que la planta almacenó demasiado lodo rojo. Un experto de Greenpeace señaló que la catástrofe podría ser mucho más grave que la fuga de agua contaminada con cianuro de una mina de oro en Baia Mare (Rumanía) hace diez años.