Un gendarme acompaña a Kerviel durante una sesión del juicio. :: AFP
Economia

Condenado a tres años el autor del agujero de la Sociéte Génerale

Kerviel recurrirá la sentencia, que también le obliga a resarcir con 4.900 millones al banco francés

PARÍS. Actualizado: Guardar
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El empleado, único culpable. El banco, inocente. La justicia francesa descargó ayer todo el peso de la ley sobre el operador bursátil que evidenció la fragilidad del sistema bancario en los albores de la crisis financiera. Jérôme Kerviel, un genio de la ingeniería informática, fue condenado a tres años de prisión y otros dos con dispensa de cumplimiento por causar un agujero de 4.900 millones de euros a Société Géneral (SocGen) a principios de 2008. Como piensa recurrir, de momento no tendrá que ir a la cárcel ni devolver el dinero.

Kerviel, despedido por el banco, está empleado ahora en una empresa de informática donde cobra un salario mensual de 2.300 euros. Se calcula que tendría que trabajar durante los próximos 177.000 años para pagar los 4.900 millones que adeuda a SocGen. Según la jurisprudencia francesa, en caso de delito intencional, la obligación de reparar los daños y perjuicios es íntegra, por lo que los tribunales no disponen de margen de apreciación sobre el importe.

Si su ex empleado es definitivamente condenado tras agotar los recursos, el banco no tiene intención de reclamarle el dinero perdido en los vericuetos virtuales de los montajes financieros. Se conformará con privarle de las ganancias por los derechos de autor del libro en el que cuenta sus hazañas por las salas de mercados y de la probable adaptación cinematográfica. La entidad buscaba una victoria simbólica y la revancha sobre un acusado que se había presentado como víctima de un sistema del que aseguraba que sus jefes estaban al corriente y callaban cuando engrosaba la caja fuerte.

La sentencia del Tribunal Correccional de París es severa con Kerviel, al que condena por abuso de confianza, falsedad documental y manipulación informática. Durante el jucio reconoció que había arriesgaado sumas de 50.000 millones de euros que, como señala la sentencia, amenazaron el orden económico mundial.