Gómez gana, Zapatero pierde
La derrota de Jiménez supone un desaire al presidente, que vive sus horas más bajas
Actualizado: GuardarLas elecciones primarias celebradas ayer por el PSOE para elegir candidatos en tres comunidades -Madrid, Canarias y Murcia- y en once ayuntamientos, de cara a las elecciones autonómicas y municipales de mayo, tenían gran relevancia política en Madrid, donde competían Trinidad Jiménez, una candidata designada por la dirección del partido -y apoyada explícita y personalmente por Rodríguez Zapatero-, y el candidato orgánico, secretario general del PSM, Tomás Gómez, quien fue invitado sin éxito por el presidente del Gobierno a renunciar a sus aspiraciones y ceder gentilmente el paso a la ministra de Sanidad, supuestamente mejor colocada en las encuestas. Curiosamente, Gómez llegó a su cargo actual, hace más de tres años, impulsado por la dirección del PSOE con Zapatero a la cabeza, para remediar la crisis crónica de la federación. Tras una agria campaña a cara de perro, que ha producido heridas de difícil cura, todo el peso de la cúpula socialista -no solo Zapatero, también el vicepresidente Chaves y los ministros Rubalcaba y Blanco se volcaron en el apoyo a Jiménez- no ha sido capaz de evitar el triunfo de Gómez, un candidato ciertamente poco brillante pero con un currículum impresionante -como alcalde de Parla, obtuvo porcentajes superiores al 70%- y con una trayectoria positiva en la PSM, en la que puso fin a las facciones y a los enfrentamientos internos. La alta participación -73%-, que se pensaba favorable a Jiménez, ha terminado fortaleciendo la victoria de Gómez. El desaire a Zapatero tiene lugar en las horas más bajas del presidente, tras la huelga general, cuando las encuestas arrojan el hundimiento del PSOE -el PP lo superaría ya por más de 14 puntos en intención de voto-, y cuando en el seno del partido socialista comienzan las dudas sobre la idoneidad de secretario general para ser nuevamente candidato en las próximas elecciones generales. No es ningún secreto que detrás de Gómez ha estado un emergente sector crítico, que aunque silencioso hasta esta ocasión, impulsará a partir de ahora la tesis de que el desgaste de Zapatero, debido a la crisis y a sus propios errores, es ya irreparable, por lo que procede amortizarlo y abrir un proceso sucesorio.