
Golpe a Zapatero
Tomás Gómez vence a Trinidad Jiménez con el 51,8% de los votosEl líder del PSM se convierte en referente de los descontentos con el presidente y con José Blanco
MADRID. Actualizado: GuardarMensaje duro de los militantes madrileños a José Luis Rodríguez Zapatero. Su elegida para representar al PSOE en las próximas elecciones autonómicas de la comunidad, la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, cayó finalmente frente al secretario general del PSM, Tomás Gómez, hasta hace poco un auténtico desconocido para sus propios conciudadanos. Fue, como se anticipaba, una contienda ajustada, con una diferencia de unos 550 votos sobre un total de 14.600; el 51,80% frente al 48% de los votantes.
El aldabonazo es mayor si se tiene en cuenta que los promotores de la candidatura de Jiménez estaban persuadidos de que una alta participación solo podía favorecerles. Su tesis era que la recogida de avales, en la que Gómez también ganó por 700 papeletas, había sido una fotografía del poder del aparato regional pero que los no alineados, aquellos que no hacen vida orgánica y apenas pasan por la agrupación, se inclinarían por quien mayor alternativa real podía ofrecer frente a la 'lideresa' del PP, Esperanza Aguirre, la favorita del jefe. Pero el 80,97% del censo votó y sus pronósticos no se cumplieron.
Tomás Gómez se pasó toda la campaña asegurando que él es un zapaterista convencido, que nunca concibió estas elecciones como un pulso al jefe del Ejecutivo y que, de hecho, habría que interpretarla como la muestra de que comparten una forma de entender la política. «Él habría hecho lo mismo», decía. El caso es que con o sin intención, el secretario general del PSM agrupó tras de sí a los descreídos, a muchos de los que acompañaron a Zapatero en sus primeros pasos como secretario general, pero que fueron quedando descolgados del proyecto por decisión directa del jefe.
El caso de su ex jefe de gabinete en el partido, José Andrés Torres Mora, fue el más llamativo. Él, que siempre ha demostrado una fidelidad rayana en el fervor hacia el presidente del Gobierno, sigue afirmando que no ha cambiado de chaqueta. Pero el hecho de que aquel a quien se considera artífice del catecismo 'zapateriano' de primera hora pusiera su pluma al servicio de los discursos de Tomás Gómez -el primer dirigente que en mucho tiempo se ha atrevido a decir 'no' a Zapatero- tiene una carga simbólica que eclipsa su propia voluntad.
Rebelión interna
La jugada del ex alcalde de Parla ha abierto una espita que ha puesto al descubierto las vergüenzas de un partido que hasta hace apenas unos meses era todo cohesión y complacencia con el líder. En algunos casos, se asegura, el sentimiento de rebelión contra el poder establecido no va tanto dirigido contra Zapatero como contra su número dos en el partido y ministro de Fomento, José Blanco, cerebro de la operación para derribar al secretario general del PSM. Pero tanto da.
El resultado es una división interna que ya tuvo su reflejo en las últimas reuniones de la Ejecutiva. Solo personas como Torres Mora o Álvaro Cuesta se mojaron expresamente a favor de Tomás Gómez en el proceso, pero muchos otros permanecieron callados. La propia secretaria de Organización, Leire Pajín, que hasta que estalló la trifulca el pasado mes de agosto había dejado constancia de su simpatía hacia Gómez, optó por hacerse a un lado. Otros como Patxi López llamaron ayer a Gómez para expresarle su reconocimiento. El vencedor le reconoció al 'lehendakari' que durante esta campaña ha perdido cuatro kilos.
En la orilla opuesta, además del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, se habían situado la secretaria de Relaciones Internacionales, Elena Valenciano, y el de Política Municipal, Antonio Hernando, todos ellos representantes de lo que se da en llamar el 'aparato' federal. De ahí que esta victoria tenga un toque de reminiscencia de aquella que aupó a Josep Borrell, en abril de 1998, a la secretaría general del PSOE frente al oficialista Joaquín Almunia, el candidato de un Felipe González en retirada.
El hecho de que Zapatero no haya desvelado aún su futuro político y mantenga la incógnita sobre si será o no el candidato de su partido a las elecciones generales de 2012 añade complejidad al asunto. Porque lo que está claro es que algo hierve en el PSOE. Que los militantes de Madrid, de tradición apática, se hayan lanzado a las agrupaciones para hacer oír su voluntad es significativo.
Discurso de izquierdas
Gómez ha tenido siempre un discurso de izquierdas. Es más, eso era uno los aspectos que más le reprochaban sus detractores, con Blanco a la cabeza. En una comunidad autónoma conservadora pero al tiempo moderna como la de Madrid, el perfil obrerista del que fue alcalde más votado de España difícilmente, decían, podía conectar con la ciudadanía. Eso apuntaban además las encuestas internas: que Esperanza Aguirre lo barrería en las elecciones, y por eso se decidieron a testar otras opciones. «Si gana Tomás -argumentaba hace unos días Valenciano, apoyada en los sondeos- será un desastre porque significará un divorcio entre el partido y sus votantes».
No hay ni un socialista que niegue que las políticas económicas en las que se embarcado Zapatero suscitan recelos entre sus bases, que son difíciles de comprender y de asumir. El jefe del Ejecutivo se ha embarcado en una ofensiva para intentar contrarrestar la idea de que se ha travestido y abraza ahora las consignas liberales. Lo hará con mítines y entrevistas periodísticas, pero también intentando recomponer con cautela su relación con los sindicatos que esta misma semana le organizaron su primera huelga general. Ahora, además, tendrá que gestionar el golpe.
Hoy mismo por la mañana, la comisión permanente del partido se encargará de analizar en la sede de la calle Ferraz lo ocurrido. Un adelanto se vivió anoche en la quinta planta del edificio, donde Blanco, Hernando, Valenciano, Pajín, yel secretario de relaciones Institucionales y mano derecha de Manuel Chaves, Gaspar Zarrías, entre otros, siguieron la noche electoral. En la mayoría de los casos, con pesar.