Nostalgia
«Cada uno pertenece a su infancia y es prácticamente imposible imaginarse una distinta»
Actualizado: GuardarNos define lo que añoramos. Pero supongo que también nos definen las cosas que nos indignan o nos molestan. A mí, por ejemplo, una de las cosas que más me molesta últimamente es escuchar a gente de, aproximadamente, mi edad decir que los jóvenes de ahora no saben nada. Y que nosotros sabíamos más cosas y éramos mejores. No puede ser verdad. Sin embargo, se trata de un error perceptivo muy común. Un error que se viene reproduciendo generación tras generación desde la época de los asirios. Ayer fue el día internacional de los mayores. Es curioso, hace unas semanas se publicó el resultado de un sorprendente experimento realizado en la Universidad de Ohio en el que se llegaba a la conclusión de que las personas mayores disfrutan al leer noticias negativas sobre los jóvenes. Suena raro, sí. Pero no mucho. Además, tampoco hace falta ser demasiado malpensado para sospechar que esa puede ser, en efecto, la principal razón de que se publiquen tantas noticias de ese tipo. En fin.
Desde esta delicada mediana edad en la que me hallo (a pesar de que no me hallo del todo), vislumbro a la misma distancia a los de 20 años que a los de 80. No me caen ni bien ni mal. Vamos a ver, no tengo preferencias. Pero echo un vistazo a sus épocas (por un lado, a lo que veo venir y, por otro, a lo quedó atrás), y no me cambiaría por ninguno de ellos. Desde luego, no por aquellos que empezaron la posguerra con 10 años. Pero tampoco por los que tenían 10 años cuando cayeron las torres. Y creo que es algo bastante general. Creo que muy pocos se cambiarían voluntariamente de generación. Somos tiempo y estamos adheridos a él. Yo, por ejemplo, no sería la persona que soy ahora si hubiera nacido en otra época, estoy convencido de ello. Cada uno pertenece a su infancia y es prácticamente imposible imaginarse una distinta. Fuera feliz o no. El jueves pasado, TVE inició la programación de una nueva serie documental con nostálgicas imágenes de archivo de las últimas seis décadas. Se titula 'Cómo hemos cambiado' y el primer capítulo lo dedicaron a la escuela. Nadie puede olvidar su primera escuela, claro. Yo recuerdo aquellos pupitres dobles con agujero para la tinta. Aquel triste mapa, que cabeceaba o lloraba, yo no sé. Y aquellas manchas de humedad y de óxido en las paredes del alma. ¿Cómo se puede añorar aquello? La nostalgia es un mecanismo innoble con el que hay que tener mucho cuidado. Porque lo cierto es que podemos llegar a sentir nostalgia hasta de la miseria más tenebrosa e inmunda. Somos así. Los jóvenes de ahora no son peores ni mejores. Son nuestros hijos: lo más parecido genéticamente a nosotros. Lo que pasa es que han sido conformados con herramientas y realidades nuevas. Y se preparan, más o menos conscientemente, para resistir en un mundo complejo. Que será el suyo. Digo yo.