«Han roto el sueño de mi vida»
El paro frustra el viaje a Granada de un coreano que esperó 30 años para visitar la Alhambra y se encontró cerradas las puertas del monumento
GRANADA. Actualizado: Guardar«He esperado durante treinta años para visitar la Alhambra. Pero no voy a poder entrar. Es una tragedia». Al coreano Kei Chong le brillan los ojos y le tiembla la barbilla al explicar que su viaje, organizado para recorrer España en tiempo récord, no parará para cumplir «su sueño». Está triste y muy, muy enfadado: «Es terrible, no me puedo creer que no vaya a hacer esta visita nunca más».
Mientras Kei Chong se aleja, su hija explica que el martes estuvieron en el monumento, pero era demasiado tarde para hacer la visita y decidieron dejarlo para ayer. Nadie les disuadió. El grupo de turistas coreanos en el que viajaba este hombre tuvo que conformarse con realizar la visita exterior del monumento, disfrutando solo de los jardines que rodean el Palacio de Carlos V, la Alcazaba y los Palacios Nazaries.
Como Kei Chong, cientos de turistas se quedaron frustrados a las puertas de la Alhambra. Con apretados programas turísticos y sin posibilidad de cambiar las entradas para otro día -el aforo de 7.700 personas diarias se completa en esta época del año-, la inmensa mayoría se quedará sin ver el monumento nazarí. El patronato que gestiona el recinto había anunciado la víspera la posibilidad del cierre en su web y en un comunicado a agencias y guías. Y la amenaza se cumplió: ningún vigilante se presentó a trabajar.
A las diez de la mañana, corrillos de sindicalistas, policías y turistas conversaban -sin mezclarse- junto al pabellón de acceso. Seis azafatas repartieron formularios para reclamar el dinero y resolvieron dudas en cinco idiomas. En el aparcamiento, una lacónica nota en castellano anunciaba: «Alhambra cerrada. Tiene 15 minutos para salir sin pagar». «Llevamos una semana en España y nos hemos enterado de la huelga aquí», lamentaba el danés Jann. Dennis y Julie, de San Francisco, reservaron sus entradas hace nueve meses, con tan mala suerte que lo hicieron para el 29-S. «Estas son unas vacaciones muy caras para nosotros. No sé si podremos volver», lamentaban. Como alternativa, pensaron en bajar a pasear por la ciudad. «¿Estará abierta?», bromeó Dennis.
«Un escándalo»
A François, un emigrante granadino que reside en Valence, Francia, la huelga le parece «un escándalo» y los sindicatos, «una banda de granujas». «¿Por qué han vendido billetes sabiendo que iba a haber huelga? Tendría que haber un servicio mínimo», subrayó.
La londinense Edith, acompañada de su hermana y una amiga, subió la Sabika a toda prisa para darse de bruces con una cancela cerrada. «En Madrid nos dijeron que la huelga afectaría al transporte público, pero no a los monumentos. Y nos vamos mañana. ¡Qué pena!».
Entre tantos extranjeros, una joven pareja de Murcia, Carlos y Paqui, se sentaba abatida en un banco. Compraron sus entradas en junio por Internet y el martes subieron a la Alhambra a informarse de los horarios: «Nos dijeron que seguramente hasta las dos de la tarde iba a estar abierto, pero nadie se responsabiliza».
El panorama era muy distinto en la ciudad. La Catedral y la Capilla Real abrieron sus puertas y los turistas pululaban sin prisa por la Alcaicería. Hasta las gitanas que ofrecen romero y alivian monedas respetaron los 'servicios mínimos'.